Ufología: una seudociencia acerca de nada

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El universo es enorme; sus dimensiones son tan grandes como la cantidad de variables necesarias para la aparición de la vida en éste. La interrogante sobre la posibilidad de vida extraterrestre no es nueva: Christiaan Huygens discutió este complejo problema en su obra Cosmotheoros, escrita en el año 1698, la cual nació de su firme creencia en la existencia de la vida en otros rincones del cosmos. Por supuesto, en años posteriores el debate seguiría a través de teorías formuladas por científicos como Carl Sagan, cuyos proyectos como el SETI han hecho que la discusión aún esté en vigor. Sin embargo, es en pleno siglo XX cuando muchas ideas acerca de la posibilidad de vida en otros planetas fuera de la Tierra se salieron del plano de la ciencia.

Para empeorar el panorama, la aparición patológica de la conspiranoia, en conjunto con una preparación pobre de diversas personas que se autoproclamaron especialistas en el tema, reforzaron las tesis seudocientíficas. En pocas décadas aparecieron numerosas publicaciones donde se hacían afirmaciones sobre el hallazgo de seres vivos en mundos distantes del nuestro, aunque carecían de evidencias sólidas. El hecho de señalar como ciertos un conjunto de argumentos no demostrados hizo que naciera la ufología (llamada también ovnilogía, aunque usaré el primer nombre): una seudociencia que tiene una cuantiosa suma de partidarios, pero una credibilidad nula. Esto puede explicarse a través de siete puntos básicos que nos dicen por qué la ufología es un fraude al cien por ciento. Sigue leyendo

Los engaños de los seudodocumentales

pseudodocumentalesNo hay nada comparable a los seudodocumentales (i.e., filmes con formato de documental cuyas afirmaciones no están basadas en la realidad). ¿Y por qué? Porque estos superan en todo al peor programa de televisión y la cadena de email más fastidiosa, incluso en mentir y tergiversar. En estos tiempos modernos, el Internet ha sido el espacio ideal para la propagación de filmes virales cuyo contenido es seudocientífico y conspiranoico a niveles extraordinariamente patológicos. Las redes sociales, diversos blogs y webs de video están atestados de usuarios que los comparten y creen sus palabras a pies juntillas.

Todos los seudodocumentales tienen una cosa en común: el nulo uso de la razón, el cual se nota rápidamente por la ausencia de críticas de valor, evidencias contrastables, juicios realistas, propuestas serias para el futuro, buenos argumentos, acusaciones sólidas, propósitos honestos y un sustento científico. Eso sin incluir el camuflaje de objetividad otorgado a todos los hechos que alteran (o inventan) según su conveniencia. Si han observado los tropezones que en ocasiones cometen los medios tradicionales de comunicación, entonces no han visto absolutamente nada porque en Internet hay cosas mil veces peores. Sigue leyendo

Pensamientos rápidos sobre la charlatanería seudomédica

A grandes rasgos soy partidario de la medicina científica porque se basa en la evidencia, lo cual mejora sus conocimientos y aumenta la calidad de vida de los pacientes. Por otro lado, no soy amigo de la seudomedicina alternativa porque no está centrada en la evidencia, sino más bien en creencias, hechos o teorías que no se han demostrado o se han demostrado como falsas, aunque si a algún método médico alternativo se le probara su eficacia por encima del placebo entonces pasaría a formar parte de la familia de la medicina científica, por lo cual ya no tendría su título de “alternativa”; en caso contrario, seguirá ubicándose en el banquillo de los perdedores. Sin embargo, he de hacer algunas observaciones adicionales al respecto que considero de suma relevancia.

Es necesario entender que lo tradicional y lo científico son dos cosas distintas. Aunque parezcan sinónimos, ni lo primero ni lo segundo son iguales, pues en un sentido amplio la tradición obedece a ideas folclóricamente enraizadas en la cultura a lo largo del tiempo que son aceptadas por la sociedad y se transmiten de generación en generación como hechos irrefutables compuestos de simbolismos, costumbres, rituales, un toque de fe y sobre todo de supersticiones. Bajo esta definición, la medicina tradicional no es la del galeno con estetoscopio que ve a una infección como la invasión de un microorganismo, sino la del chamán que ve en ésta una manifestación paranormal de los espíritus malignos. Sigue leyendo

Los diez mitos más comunes sobre la evolución (y cómo sabemos que realmente ocurrió)

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El artículo fue publicado originalmente en Skeptic.com. La traducción es de mi autoría.

1. Si los humanos vinieron de los monos, ¿por qué los monos no están evolucionando en humanos?

Los humanos, simios y monos son sólo “primos” evolutivos distantes. No venimos de los monos sino de un ancestro común que no fue ni mono ni humano que vivió millones de años en el pasado.

De hecho, durante los últimos siete millones de años muchas especies similares a la humana han evolucionado; algunos ejemplares incluyen al Homo habilis, al Homo erectus, y al Homo neanderthalensis. Todos ellos se extinguieron en momentos diferentes, dejándonos justamente a nosotros compartir el planeta con un puñado de otros primates. Sigue leyendo

Microdisertaciones (I)

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Pasó la enésima fecha del dizque apocalipsis, y todavía seguimos llenos de farsantes por doquier. Alfonso León, el Arquitecto de Sueños de Venevisión, fue uno de tantos mitómanos de profesión que hizo su agosto con las profecías inexistentes de una civilización mesoamericana (i.e., los mayas) cuyo interés en averiguar el porvenir estaba limitado a su propia gente. Tuve la ocasión de ver su programa televisivo decembrino en el 2012 donde explicaba su “profundo entendimiento” en la materia; se notaba a leguas que no sabía ni jota de astronomía, historia, matemática, física… Él era (bueno, aún es) toda una oda a la ignorancia humana, todo un epítome zarrapastroso de los dogmas medievales, cuando no los de la Antigüedad.

Es comprensible, evidentemente, la idiosincrasia etrusca con sus compulsivos augurios, pues en esa época se sabía poco del universo, por lo cual brotaron, inevitablemente, esas divagaciones que terminaron construyendo su cosmología. Pero lo que no es comprensible es esa necedad de perpetuar el oscurantismo mediante el reciclaje de embustes ya desmentidos ad nauseam. Desde el 2000, el Armagedón se convirtió en un cliché espurio, en un vocablo sin valor. Es lamentable que en pleno Siglo XXI muchos sigan creyendo en el fin del mundo, y que muchos sigan estafando impunemente en base a este engaño. Sigue leyendo