Supongamos que debatir es como ir de una ciudad a otra. Tenemos, pues, un punto de partida y un punto de llegada. Lo que importa no es si nos vamos por tierra, agua o aire, sino que nuestro desplazamiento geográfico debe tener marcada una ruta a seguir, la cual es precisamente la más corta hacia nuestro destino. Si tomamos otra o nos topamos con un desvío, podríamos tardar más; si tomamos la vía equivocada, podríamos perdernos o arribar en otra urbe. Todo depende de si nos guiamos por el Norte de la brújula… o lo perdemos.
Perder el Norte significa perder la orientación del debate. Si un intercambio de ideas no mantiene el hilo de argumentación ateniéndose al tema tratado, entonces es un desperdicio de tiempo, un diálogo inútil y un esfuerzo infecundo en proveer razonamientos que no van a ninguna parte. Además, es un indicio claro de que allí hay una pista falsa.
No obstante, ¿qué es una pista falsa? Extendiendo los conceptos dados por The Nizkor Project, Fallacy Files, Logical & Critical Thinking y Ricardo García Damborenea, la pista falsa es una falacia en la cual se utiliza una pieza diversiva de información lo suficientemente llamativa como para desviar el tema principal de la conversación y moverlo en otra dirección, encubriéndose así una flaqueza argumentativa que nunca es admitida, sino evadida. Este camelo suele crearse mediante la incorporación de un cliché retórico y a través del ensamblaje con otra falacia; para explicar cómo sucede esto se usan aquí ejemplos ficticios basados en experiencias reales. Sigue leyendo →
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