Del cristianismo no surgió la ciencia

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La excusa más trillada que suele utilizarse para hacer apología a las religiones, en particular al cristianismo, es aquella en la que se esgrime que esta fe impulsó la era de la razón; es decir, que el conocimiento científico nunca habría tenido lugar sin las contribuciones relacionadas a la “doctrina” de Jesucristo. Este argumento sería convincente de no ser porque en sí mismo oculta un descarado sofisma en el que se pretende que el pensamiento racional y el ilusorio no se hallan del todo separados, y que el segundo tiene un predominio sobre el primero. La realidad, empero, señala que el fideísmo, una vez más, está en un craso error en el cual no se tiene la menor idea de lo que es la epistemología y mucho menos de lo que es la ciencia. Sigue leyendo

Cómo debatir con creacionistas de la Tierra Joven

evolución_darwin_winEl artículo fue publicado originalmente por Brian Dunning en el podcast Skeptoid. La  traducción es de mi autoría.

Hoy en día es muy fácil debatir con los creacionistas de la Tierra Joven, pues sólo tienen unos pocos argumentos básicos, y hace tiempo que no se han aparecido con otros más nuevos que sean contundentes. Estos argumentos básicos se han difundido repetidamente, y un experimentado creacionista de la Tierra Joven fácilmente los puede desenfundar al instante como si fueran un revólver. Todos sus argumentos son absurdos en sus incorrecciones y son fácilmente rebatibles, y si usted se prepara por adelantado, le será sencillo derribar a cualquier creacionista de la Tierra Joven con un rápido body slam verbal. Usted no les hará cambiar de parecer, ya que los creacionistas terrajuveniles no basan sus opiniones en el estudio racional de la evidencia; pero usted podría contribuir a esclarecer las cosas para un cándido mirón que escucha a hurtadillas.

Así, he aquí están los argumentos básicos del creacionismo, y las refutaciones básicas del consenso científico, comenzando con mi favorito: Sigue leyendo

La elección de la senda al sepulcro

latido_corazónEl cerebro humano es un órgano importantísimo del cuerpo humano debido a que es la síntesis de la red neuronal que, de por sí muy compleja, transmite y recibe la información de los diferentes órganos en cualquier momento y en cualquier lugar, sean de los procesos fisiológicos que allí se gestan o más aún, de las funciones cognitivas. Paradójicamente, los órganos de vital relevancia como el cerebro son vulnerables porque pueden ser fácilmente debilitados por dos causas: los accidentes y las enfermedades. En cuestión de breves instantes, estas causas son responsables de la muerte de millones de personas en el mundo.

Sin embargo, un problema secundario es aún peor: el estado vegetativo (EV, o EVP para estado vegetativo persistente), el cual mantiene a las personas que lo sufren en una condición donde no sabemos a ciencia cierta si están, por decirlo con el lenguaje del vulgo, muertos en vida, o si están viviendo en la muerte. Debido a esta incertidumbre, la elección de la senda al sepulcro es una decisión muy difícil que ha sido tomada por muy pocas personas, en general, porque el hecho de seleccionar la manera de morir es una razón de polémica para la sociedad. De hecho, la muerte voluntaria puede sonar estupenda o simple, pero cuando analizamos casos como el de Terri Schiavo decidimos esperar y pensarlo dos veces. La eutanasia, por tanto, viene al debate que se ha de abordar brevemente. Sigue leyendo