Zeitgeist: The Movie; un filme de falacias y mentiras

zeitgeistEn el año 2007 salió a la luz pública Zeitgeist, un filme que vestido como documental se esparció en poco tiempo dejando a su paso toda una ola de fans y activistas con un movimiento homónimo. Repleto de afirmaciones y sintetizando teorías conspiranoicas de vieja data, Zeitgeist está dividido en tres partes: la primera, La historia más grande jamás contada, donde se sostiene que el cristianismo es un plagio; la segunda, Todo el mundo es un escenario, donde se afirma que los ataques del 11-S fueron obra y gracia del gobierno de los Estados Unidos; y la tercera, No prestes atención a los hombres detrás de la cortina, donde defiende la existencia de una conspiración global entre políticos y banqueros para conquistar el mundo.

Aunque en un principio este filme parecía tener la razón, Zeitgeist resultó ser otro fraude más donde el peso de la retórica fue mayor al de las evidencias. Y como la mentira tiene piernas cortas, todo un arsenal de refutaciones por parte de los escépticos se disparó en su contra; como consecuencia, el seudodocumental fue desenmascarado. Por eso paso ahora a dar mis refutaciones y críticas a Zeitgeist, no sin antes aclarar que seré lo más conciso posible, y para ello usaré un lenguaje sencillo, desinhibido, a fin de hacerme entender. Aquí argumentaré contra Zeitgeist porque miente deliberadamente, nada más. Sigue leyendo

Los demonios lingüísticos de la corrección política

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A diferencia de los números, el idioma es una paradoja porque es el elemento de la comunicación que más se presta para las confusiones y los malentendidos, lo cual en vez de limar las asperezas tiende a darles un mayor acento, a bloquear nuestro entendimiento de cuanto nos rodea. Aún con sus mejores intenciones, la corrección política supone una contrariedad que en esta situación se ofrece como una solución para efectos de la iluminación de las zonas oscuras de la lengua, de esas zonas recónditas de la realidad que preferimos tachar, ignorar o cubrir con hojas de parra con el pretexto barato de hacernos más refinados, de no ofender a los demás, de no quebrar las normas de urbanidad o de no romper el tabú sobre algunos temas delicados que pueden herir susceptibilidades. Sigue leyendo