Inicié Planeta desencantado aproximadamente en el primer trimestre del 2015, aunque tenía las ideas materializadas en el segundo semestre del 2014. Por esos tiempos tomaba las fotocapturas en la computadora y efectuaba las transcripciones de Planeta encantado, y tras una ardua labor acabé esta investigación en septiembre del 2017. En total, y con varias interrupciones que obedecieron a razones fuera de mi voluntad, demoré unos 2 años y medio (podría decir que 3 y medio) en culminar este trabajo, que a ojos vistas no ha sido nada sencillo, pues he procedido a desmentir ese filme de Benítez punto por punto, a paso de hormiga. Al fin puedo respirar tranquilo.
El resultado es lo que ven. Planeta encantado es un pseudodocumental fraudulento en su mayor parte; de forma tiene algunas afirmaciones verdaderas, pero de fondo es enteramente falso. Nada añadiré sobre las mismas, puesto que lo he dicho ya, aunque vale la pena agrupar los filmes en cinco categorías, que son como siguen y que no se excluyen mutuamente, pues un episodio puede tener más de una etiqueta a la vez:
- Ufología: es el tema más predominante de Planeta encantado, con presencia de ovnis y extraterrestres. Sus máximos exponentes están en La huella de los dioses y Escribamos de nuevo la historia, aunque no deben sacarse de la lista Los señores del agua, El anillo de plata, Sahara Azul y Sahara Rojo.
- Religión: evangelización subliminal de la fe cristiana o, mejor dicho, de la fe urantista. Ocupa apenas tres filmes: El mensaje enterrado, Un as en la manga de dios y Una caja de madera y oro.
- Misticismo: es un tema minoritario en Planeta encantado. Comprende versiones alternativas (pero falsas o tergiversadas) de culturas antiguas en las que se observa su universo mágico, el cual “explica” supuestos “enigmas” de la ciencia. Los filmes más representativos son La isla del fin del mundo y Las esferas de nadie.
- Conspiranoia: como lo dice su nombre, se trata de teorías conspirativas elevadas al cuadrado, en las que se involucra al gobierno estadounidense y, por supuesto, a la NASA. El único filme que encaja con este perfil es Mirlo Rojo.
- Revisionismo histórico: aquí se intenta rehacer el pasado con pruebas falsas o engañosas, lo que conduce a malinterpretar sus respectivas civilizaciones, hechos, documentos y protagonistas. El secreto de Colón es el pseudodocumental que entra en este saco, aunque pueden entrar también todos los que están vinculados directamente con la ufología.
En Planeta encantado, la utilización de las fuentes es mediocre, incluso más que cualquier pseudodocumental que haya visto; no he observado un uso tan pobre de las referencias desde Zeitgeist: The Movie con su secuela, el Addendum. Por consiguiente, puede decirse que este filme de Benítez estuvo muy mal investigado, y este gravísimo defecto se observa en el guión de cada episodio, en el que ni siquiera hubo cuidado para evitar errores garrafales que rompieron sus endebles costuras, las cuales de por sí tienen afirmaciones completamente falsas, engañosas y contradictorias.
Una de estas equivocaciones brutales de Benítez consistió en usar poquísimas referencias para hablar de sus aliens en el Tassili. O, mejor dicho, su tropiezo se debió a que utilizó un pilar para construir simultáneamente el argumento de cuatro pseudodocumentales: Henri Lhote, que aparece en El anillo de plata, Sahara Azul, Sahara Rojo y Escribamos de nuevo la historia. Me bastó con desmentir a Lhote en el primer filme señalado, es decir en el episodio 8 de Planeta encantado, para desmantelar los tres que le seguían en fila. Cortada esa raíz, junto a su compañero denominado “Palo-Cero-Palo”, el raquítico árbol de la magufería sobre el Sahara estaba listo para ser derribado con un empujón.
Lo demás lo hice recurriendo a investigaciones actualizadas en diversas ramas de la ciencia, que siempre renueva el conocimiento. Ahí me di cuenta de lo obsoleta que se ha vuelto la ufología, la cual a estas alturas de la vida sigue recurriendo a las mismas tonterías de los charlatanes sesenteros; llevan poco más de 40 años sosteniendo las ideas indemostrables de otrora, como si fueran enigmas vigentes. Hasta la fecha, los timadores de la temática OVNI siguen siendo una cuerda de fracasados, que no conformes con su incapacidad para probar nada, pisotean disciplinas respetables como la arqueología, que se ha esforzado mucho por contestar nuestras dudas sobre los pueblos originarios del mundo.
Mentirosos como Benítez los hay a granel, y son unos quejicas. Se molestan porque los científicos no hacen caso a sus propuestas tiradas de los cabellos. Al leer las afirmaciones más absurdas y disparatadas de Planeta encantado, no resulta difícil saber la razón por la cual ese pseudodocumental, así como su autor, no tiene voz ni voto entre los especialistas. Para deleite de los lectores, elegí las que a mi juicio son las trece frases más aberrantes de ese pseudodocumental, una por episodio:
- “¿Continentes hoy desaparecidos? ¿Animales antediluvianos? ¿Grandes dinosaurios? ¿Hombres conviviendo con dinosaurios? ¿Hombres aniquilando a estos temibles reptiles? ¿Cómo es posible, si estos animales desaparecieron hace 65 millones de años?”
- “Es probable que nunca alcancemos a desvelar los misterios de Pascua. No importa. Pascua sigue conservando la huella y la magia de aquel tiempo, y de aquellos hombres. Eso en el fondo es lo importante”.
- “(…) se supo que Sirio B era una estrella increíblemente caliente con una irradiación tres veces superior a la de nuestro Sol, y se conoció igualmente su diámetro, 42.000 kilómetros, es decir, apenas tres veces el de la Tierra”.
- “Nadie imagina hoy a Jesús de Nazaret caminando o sentado en las gradas de este formidable Coliseo romano. Sin embargo, así fue. Durante su estancia en la Roma del emperador Tiberio, el maestro disfrutó también de los juegos y de la belleza de la capital del imperio”.
- “Mucho antes que vikingos y mandingas, otros pueblos supieron también de la existencia de América. Fenicios, griegos, romanos, bereberes y árabes, entre otros, tocaron al parecer las costas orientales americanas. Colón, en efecto, fue el último”.
- “Al introducir un escáner entre el lienzo y el forro cosido por las monjas clarisas de Chambery, se observó que la sangre había penetrado también en el reverso del lienzo. Aquella sangre era del grupo AB, muy común entre los judíos”.
- “¿No será que el Arca, como Yavé, sólo son un recuerdo al que se aferran las religiones y los fanáticos? ¿No será que el tiempo del sanguinario Yavé ha pasado?”
- “¿Qué significan esos enigmáticos dibujos sobre las escafandras? ¿Se trata de algún tipo de antena? ¿Un sistema de comunicación con las naves o entre los seres que descendieron a Tierra? Yo diría que sí”.
- “Cuanto más investigo estas pinturas rupestres, más convencido estoy de la intervención de esos enigmáticos seres del espacio. Fueron ellos los que sin duda dieron el primer aliento civilizador a unas gentes casi desnudas, sin Norte y con una precaria conciencia de sí mismos”.
- “Los íberos se distinguieron también por su afición a las artes adivinatorias, una tradición compartida por sus hermanos bereberes, guanches y etruscos. ¿Casualidad?”
- “Nadie en su sano juicio y con un mínimo de información puede aceptar que esta maravilla arquitectónica fuera obra de unas gentes primitivas que ni siquiera conocían la escritura”.
- “Nueva mentira de NASA y de sus propietarios, los militares norteamericanos”.
- “Después de treinta años de investigación he aprendido que los enigmas no deben ser desvelados. Solo así podemos seguir soñando”.
Y es por eso que nadie le presta atención a Benítez, salvo sus seguidores. Los filmes de Planeta encantado “representaron un costo de tres millones de euros” (en palabras del ufólogo español), los cuales debieron gastarse en mejor asesoría científica. ¡Oh, esperen, pero si es que él detesta la ciencia! Parece, pues, que era mejor despilfarrar ese dineral en animaciones 3D, dibujos animados, mapas, música para el soundtrack, agencias de viaje y demás detalles que asombran más por sus efectos especiales que por la (in)validez del contenido presentado a los espectadores.
Se me preguntará si debatiría algún día con Benítez o con alguno de sus colegas. Yo contesto de antemano que no, porque no pienso perder mi tiempo con alguien que se contenta con llamar “analfabeto en el tema OVNI” a cualquiera que cuestione sus afirmaciones. Si ese es el argumento más inteligente con que podría replicarme el ufólogo español, lo que está haciendo él es exhibir su imbecilidad y su nulo interés en hacer ciencia de verdad. No se puede esperar más de un hombre cuyo dominio está recluido en el periodismo del misterio y en la ufología, puesto que está ponchao en otras ramas del saber: arqueología, paleontología, antropología, biología, química, física, astronomía, historia, arte, matemática, fisiología, anatomía, zoología, lingüística, filología, geografía…
Después de todo, ¿qué se le puede exigir a alguien que en vez de presentar pruebas reales de lo que dice, repite sin cesar las falacias cansinas de la ufología? ¿Qué se le puede pedir a Benítez, quien amenaza con demandas judiciales a quienes lo critiquen con fuerza? Cónchale, que el ufólogo español recurra a sus abogados antes que al raciocinio dice mucho de él. Su comportamiento de niño rudo llorón, que le gusta escupir verbalmente pero que chilla cuando le pagan con la misma moneda (je, como hice yo, que incluí palabrotas), indica su carácter poco dado al diálogo y su disposición a usar el sistema jurídico de su país natal para defender en el estrado aquello que no puede demostrar en el laboratorio.
Qué cobardía la de este ufólogo, en serio. Lo que hizo con Planeta encantado es tan indignante que no tiene nombre ni razón de ser. Es una estafa ideológica que actúa mediante la desinformación, la cual es la enemiga número uno del periodismo y de cualquier disciplina que respete el método científico. Además, el pseudodocumental, con su coro de episodios, contiene propaganda oculta de una secta religiosa cuyas creencias están basadas en el Libro de Urantia. Sin embargo, como ateo que soy, no me opongo a que la gente rece a Dios o tenga su iglesia; lo que repudio es la cochina prédica agresiva y disimulada, como hacen los testigos de Jehová y la doctrina ufovangélica de Benítez, respectivamente.
Al lector queda la tarea final de estar consciente sobre el fraude que tiene enfrente, del daño que hace, de la cobertura dada en la televisión hispanohablante (amén de otros medios de comunicación) y de los métodos con que puede combatirlo. Mi parte en esta labor se halla culminada en su formato digital, ya que prepararé una edición digna de publicarse en papel, mucho más breve y amena que la que están leyendo, aunque sin ir en detrimento de los hechos. Se incluirán correcciones, actualizaciones, notas, bibliografía y un apéndice que hará de esa nueva versión un libro propiamente dicho, el cual tendrá la esencia argumentativa de este proyecto, con la misma cantidad de capítulos y la misma contundencia con la que he denunciado la pseudociencia de J.J. Benítez.
FIN
Pues esta serie, y la de Bolívar, bien valen una edición impresa.
¡Claro que sí! Así será. La única diferencia es que con Planeta encantado toca rehacer la redacción del texto para hacerla menos entrecortada de citas. Por eso mudaré las transcripciones al apéndice. Pero en líneas generales, va a mantenerse la argumentación y las fuentes utilizadas. Con Bolívar solamente habrá unos retoques menores en los mapas, para que encajen con el formato impreso.
Ha sido un excelente trabajo, el cual he seguido hasta este momento.
Gracias por todo el tiempo dedicado.
Hola, gracias por leer cada una de las kilométricas entradas de Planeta desencantado. Ha valido la pena, y en papel valdrá más, porque esta vez la redacción la haré sin presiones.