Planeta desencantado. Capítulo 12 – Mirlo fantasma

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Bienvenidos, queridos lectores de este blog. He venido nuevamente para proseguir con esta ronda de pensamiento escéptico. En esta ocasión, tenemos el duodécimo episodio de Planeta encantado, titulado Mirlo Rojo, que hace referencia a un contacto “clasificado” que le dice la “verdad” a J.J. Benítez. Sin embargo, ¿qué “verdad” es esa? Ninguna de los falsos aliens ancestrales del Tassili, a los que dedicó cuatro partes de este filme, sino a los extraterrestres de la Luna, los cuales fueron “ocultados” por los estadounidenses en la conquista del espacio, durante la Carrera Espacial.

La transcripción completa de este filme está aquí. Procederé con las refutaciones como de costumbre, con información especial de Microsiervos y del Escepticcionario, que investigó este asunto antes que yo.

(0:58) Aquí reposan los restos de un buen amigo, un alto militar norteamericano cuya identidad no debo revelar al menos por el momento. Él forma parte de la historia que quiero contarle. Una historia oscura que usted probablemente no creerá. Pero ese es mi deber: sembrar la duda. Sígame y descubra una historia que jamás fue contada. (1:24)

Perdonen el spoiler, pero voy a seguir adelantándome a las patrañas antes de que eclosionen. Cuando uno va a los últimos minutos del pseudodocumental, se ve que Benítez está poniendo flores a una tumba que a mi juicio es diferente a la que había visitado en los primeros minutos. Todo me indica que la única intención del ufólogo español es confundir al espectador para que busque a un imaginario “topo” de los gringos.

No obstante, si uno le sigue la corriente a Benítez hallará que su intento de proteger la identidad de su supuesta fuente es fallido, porque deja cabos sueltos fáciles de atar. No más empieza el pseudodocumental y se observa que la rosa está encima de una lápida, cuyo número de serie termina en 2370. Más adelante, Benítez se ubicó frente al sepulcro 35 2243, que es de una señora Helen M. Si algún miembro del gobierno gringo quisiera hallar la identidad real de Mirlo Rojo para hacerle daño al cadáver del difunto o a sus parientes, le bastaría con ver un mapa del cementerio de Arlington, con el cual comprobaría que su búsqueda empieza con la sección 35.

Hasta ahora, la venganza contra este “sapo” no ha sucedido; eso es porque el “encubrimiento” desnudado por Benítez no existe ni ha existido jamás. Es más, toda su historia de la arquitectura alien en la Luna es pura habladera de paja que sólo se la creería una persona sin cultura general. Por tanto, me da igual el nombre verdadero de Mirlo Rojo (si es que existió), porque ese Gasparín periodístico miente.

(2:29) Siempre estuvo ahí. El hombre primitivo alzó también la vista hacia ella y sintió curiosidad. Después llegó el miedo. Y la Luna fue adorada. Más adelante, los seres humanos la convirtieron en un sueño; a veces bello, a veces terrorífico. Y el satélite natural de la Tierra se convirtió en emblema de lo utópico, de lo inalcanzable. Hasta el siglo XX, la Luna fue propiedad de poetas y soñadores; algunos más audaces llegaron incluso a describirla. En el año 499 a.C., el filósofo griego Anaxágoras enseñaba que la Luna es un astro habitado con infinidad de valles y montañas. Y otro tanto pensaba Demócrito, el creador de la teoría atómica, nacido también en el siglo V a.C. Pitágoras creía igualmente en una Luna viva y habitada, y su discípulo Filolao iría más allá asegurando que nuestro satélite natural se hallaba habitado por seres quince veces más grandes que los humanos. Y acertó al afirmar que el día lunar equivale a quince días terrestres. (4:09)

(4:13) Después llegaron los libros. Plutarco, en el siglo I de nuestra era, describe la Luna como una segunda Tierra. Y con los libros, los viajes. Fue hacia el año 160 d.C. cuando el griego Luciano de Samosata escribe el primer viaje a la Luna. En su obra Historia verdadera, una tromba de agua arrastra un barco hasta la superficie lunar. Ariosto, en el Orlando furioso, asegura que la Luna es un gran valle en el que se encuentra todo lo que hemos perdido en la Tierra: riquezas, coronas, honor y esperanza. En 1638 aparece en Inglaterra El hombre en la Luna, otro libro que causa sensación. Su autor, el obispo Francis Godwin, envía a la Luna al aventurero español Domingo González con la ayuda de una pareja de gansos amaestrados. (5:09)

(5:10) Fue con Galileo, en el siglo XVII, cuando las viejas ideas de los griegos sobre la Luna empiezan a tomar consistencia. Galileo inventa el telescopio, y queda asombrado al contemplar los cráteres y las grandes superficies oscuras que son identificadas con mares. En 1647, John Hevelius traza el primer mapa lunar y lo publica en su libro Selenografía, afirmando que la luna estaba repleta de ciudades. Entusiasmado con estos descubrimientos, Cyrano de Bergerac publica en 1648 su célebre Viaje a la Luna, un libro asombroso en el que por primera vez se habla de cohetes. Cyrano describe dos astronaves: una impulsada por la evaporización del rocío, la otra por un cohete de tres fases. Sería este trabajo justamente el que serviría de inspiración a Julio Verne, y a los padres de la astronáutica moderna. (6:06)

(6:07) En 1671, Querubín de Orleans publica un segundo mapa lunar. El interés del público es tal que en 1865 se publican seis libros sobre temas espaciales. El más conocido fue sin duda De la Tierra a la Luna, del genial Verne. Y en 1903 el ruso Tsiolkovski proporciona las pautas que servirían de modelo a la cohetería del siglo XX. (6:35)

En líneas generales, esto es acertado, pero no tiene relación con la trama del pseudodocumental y no aporta nada a sus futuras explicaciones de los falsos extraterrestres en la Luna. Simple y llanamente, esto es información de relleno. La única imprecisión que veo es ortográfica, puesto que el autor de la Selenografía no se llamaba John, sino Johannes Hevelius, a menos que haya pronunciado mal su nombre en polaco, que es Jan.

Si el lector encuentra alguna irregularidad que no haya podido percibir, avíseme. Gracias de antemano por su aporte.

(7:15) Además de esas viejas y románticas ideas sobre la Luna, y de la literatura más o menos fantástica sobre los viajes a nuestro enigmático satélite natural, la historia de la humanidad aparece igualmente repleta de otros no menos misteriosos fenómenos registrados en la superficie lunar. En el verano de 1178, al poco de ponerse el Sol, un grupo de monjes de la catedral de Canterbury observó en el filo de la Luna un formidable resplandor acompañado de gigantescas llamaradas. En 1789, el astrónomo Schröter contempló atónito una enorme zona iluminada en la llamada región de los Alpes Lunares. A lo largo de ese año, otros observadores dieron fe de la presencia en la superficie de la Luna de increíbles y desconcertantes luces que se movían entre mares y cráteres. En 1820, el también astrónomo François Arago publicó en los Anales de química y física el relato de otra asombrosa observación. Durante un eclipse, toda una formación de luces evolucionó sobre la Luna manteniendo el orden de vuelo durante los virajes. En 1843, el mencionado astrónomo alemán Johann Schröter asistió a otro fenómeno para el que tampoco se ha encontrado explicación. Al observar el cráter Linné, en el Mar de la Tranquilidad, el científico comprobó algo desconcertante: el citado cráter de unos 7 kilómetros de diámetro cambiaba regularmente de forma. Poco después, para asombro de la comunidad científica, el cráter en cuestión desapareció por completo. ¿Qué había ocurrido? (9:02)

(9:03) En 1971, Apolo 15 sobrevoló la zona y fotografió Linné. El desconcierto de los astrónomos fue total. El cráter Linné sólo tenía 2.700 metros de diámetro y estaba allí. En 1877, el astrónomo inglés Klein fue testigo de otras intensas y rápidas luces que se dirigieron al centro del cráter Platón; una vez en la caldera, las luces se reunieron formando un triángulo. En 1950 el Dr. Wilkins era testigo de otro suceso aparentemente imposible: en el centro del cráter Aristarcus se encendió de pronto una gran luz, iluminando una amplia región lunar. ¿Grandes llamaradas en la superficie de la Luna? ¿Luces en formación? ¿Qué estaba pasando en la Luna? (9:58)

Nada anormal, desde luego. Los Fenómenos Lunares Transitorios (LTP, por sus siglas en inglés) suelen explicarse en base a cuatro factores principales: eyección de gases, impacto de cuerpos celestes, fenómenos electrostáticos y condiciones que limitan la observación astronómica (resolución máxima del telescopio, atmósfera terrestre, etc.).

Algunos casos no han encajado bien en esta clasificación, y por esa razón se han mantenido en un hilo de controversia. Pero esa no es una justificación válida para apelar a los ovnis.

(10:06) Y en julio de 1969, al fin, el ser humano cumplió su viejo y añorado sueño. El Apolo 11 se posaba en el Mar de la Tranquilidad. Y el mundo vibró con aquellos primeros y tímidos pasos de Neil Armstrong. Pero el mundo una vez más fue engañado. (10:43)

No. El mundo no fue engañado. El “fraude” del alunizaje es una fantasía conspiranoica que tiene muchas versiones, entre ellas la de Benítez. Hay muchas falacias que no están en este pseudodocumental, pero no las refutaré por no ser pertinentes a esta entrada.

(10:51) Muchos de los que vivimos aquel histórico y emocionante momento nos hicimos la misma pregunta. ¿Por qué ese obsesivo interés por conquistar la Luna? Fue el alto militar norteamericano al que me he referido y al que desde ahora llamaré Mirlo Rojo, quien años más tarde respondería con una información que me dejó perplejo. Una información secreta que muy pocos conocen. Las nuevas generaciones no saben o no recuerdan. A la Luna se fue a investigar, sí, y se ha dicho también que fue una cuestión de prestigio; una especie de apuesta entre soviéticos y norteamericanos. Pero hubo algo más. (11:50)

El motivo de alcanzar la Luna es bien conocido en la historia universal y está en el contexto de la carrera armamentista que tuvo su auge en la Guerra Fría. Aunque el alunizaje fue un objetivo simbólico, su importancia radicó en que los EE.UU. y la URSS enseñaban los dientes tecnológicos, de modo que podrían pronosticar quién saldría ganando en una eventual guerra nuclear. El que no pudiera lanzar cohetes espaciales, no sería por ende capaz de bombardear una ciudad enemiga.

Y así es como comenzó la Carrera Espacial. Comúnmente se ha creído que la ganó EE.UU., pero un nuevo debate histórico ha sugerido que el triunfo es de la URSS por su marcada influencia en los avances de la tecnología aeronáutica.

Por consiguiente, la razón aducida por Benítez mediante Mirlo Rojo es totalmente falsa.

(11:57) En los años 50, tras la amarga experiencia de la Segunda Guerra Mundial, soviéticos y aliados se embarcaron en una loca carrera de armamento. Aquel período fue conocido como Guerra Fría: una peligrosa etapa en la que llegaron a fabricarse 15.000 bombas nucleares y 9.000 misiles intercontinentales. Y, de pronto, soviéticos y occidentales experimentaron un brusco giro. De la noche a la mañana, sin aparente justificación, la URSS sorprendió al mundo situando en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik. Era el 4 de octubre de 1957. Y armas nucleares y misiles intercontinentales quedaron en segundo plano. ¿Por qué? (12:54)

Por razones económicas. En los EE.UU., por ejemplo, la Carrera Espacial hizo que el presupuesto asignado a la NASA se disparara por las nubes desde 1962; esto obligó a que la hacienda pública gestionara con mucho cuidado los gastos militares, ya que los cohetes espaciales tuvieron una prioridad superior a los misiles balísticos. Idéntica medida adoptó la URSS.

(12:55) Y la opinión pública, atónita, asistió a otra sucesión de acontecimientos no menos desconcertante. Estados Unidos se enganchó también a la incipiente Carrera Espacial, manteniendo en la sombra su obsesión armamentística. Pero los soviéticos mantuvieron la delantera. Mientras los norteamericanos fallaban una y otra vez en los lanzamientos, el 12 de septiembre de 1959 el Lunik 2 ruso conseguía el primer impacto en la Luna. Poco después, el Lunik 3 enviaba las primeras imágenes de la cara oculta. Y el mundo siguió preguntándose: ¿qué ocurría? ¿Por qué este obsesivo interés por conquistar el espacio y sobre todo la Luna? Pero soviéticos y norteamericanos siguieron guardando silencio sobre sus auténticos intereses. (13:57)

Salvo las preguntas capciosas y las afirmaciones conspiranoicas que no tienen fundamento histórico ni científico por razones expuestas arriba, lo demás es correcto.

(14:00) Los humillados norteamericanos recibirían el golpe de gracia el 12 de abril de 1961. Ese día, el cosmonauta Yuri Gagarin se convirtió en el primer ser humano que orbitaba la Tierra. Y el mundo, en especial la nación norteamericana, fue sorprendido de nuevo. Cuarenta y cuatro días después de la hazaña de Gagarin, el presidente Kennedy compareció ante el Congreso, comprometiéndose a lavar el honor del país. En aquella oportunidad, un Kennedy firme y sereno asombró al mundo. (14:45)

[Kennedy declarando ante el Congreso de los Estados Unidos. “Ahora es el momento de que actúe esta nación. Es el momento de que empiece una nueva era para América. Es el momento de que esta nación tome claramente un nuevo camino. Para que comience una nueva era espacial, que pueda aportar muchas esperanzas al mundo entero. Estaré ahí para preguntar todo lo necesario, y para averiguar todo lo referente a las acciones que se realicen, para supervisar todas las actividades espaciales, y para preguntar por cada acción que afecte directamente a esta nación. Primero: Creo que esta nación debería comprometerse seriamente para garantizar que los hombres que participan de esta misión puedan lograr alunizar y regresen sanos y salvos a casa”. 14:34-15:19]

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Esa es una simplificación de los hechos. La propaganda de la URSS se había hecho gala de varios triunfos que preocuparon bastante a los EE.UU. y que Benítez ni se tomó la molestia de mencionar. Aparte de Gagarin, aquí destacan la perra Laika en 1957, Valentina Tereshkova en 1963 y Alexei Leonov en 1965; respectivamente, el primer animal en orbitar la Tierra, la primera mujer en el espacio y la primera caminata espacial.

Los yanquis, desde luego, no estaban comiendo moco, eso es falso. A inicios de los años 60’ se estaban esforzando al máximo por estar a la par de los soviéticos, pero seguían sin pisarle los talones. En aquel entonces gobernaba el famoso presidente Kennedy. Él dijo un discurso el 25 de mayo de 1961 y su título completo es Mensaje especial al Congreso sobre las necesidades urgentes de la nación (la traducción es mía).

No obstante, la manipulación del pseudodocumental se produce de dos maneras. En la primera de ellas, se muestra un corto clip de video con subtítulos en español que no están sincronizados con el audio original y que además están entorpecidos por los inoportunos comentarios de Benítez. Desde luego, el texto que ve el espectador no es una traducción oficial, sino la versión adulterada por este ufólogo.

El discurso completo del discurso es éste:

Sin embargo, el fragmento que nos interesa examinar corresponde a la sección IX del discurso al Congreso, que toca el tema del espacio:

Aquí es donde se produce la segunda forma de manipulación. En su página web, Benítez sostiene: “El presidente estaba dispuesto a hacer pública la noticia de los edificios fotografiados en la Luna. Fue su sentencia de muerte”. MENTIRA. Eso no consta en su discurso de 1961 ante el Congreso, ni implícita ni explícitamente; si Ud. cree que me equivoco, cítelo textualmente y sin sacar frases de contexto.

¡Oh, pero miren qué tenemos acá! ¡Minería de citas! En el pseudodocumental hubo frases intencionalmente amañadas. Comparemos el texto citado en el filme de Benítez con el discurso original, que en inglés dice así (en negritas están los fragmentos del Mensaje de Kennedy que fueron manipulados y descontextualizados por el ufólogo español):

(…) Now it is time to take longer strides ―time for a great new American enterprise ―time for this nation to take a clearly leading role in space achievement, which in many ways may hold the key to our future on earth.

I believe we possess all the resources and talents necessary. But the facts of the matter are that we have never made the national decisions or marshaled the national resources required for such leadership. We have never specified long-range goals on an urgent time schedule, or managed our resources and our time so as to insure theft fulfillment.

Recognizing the head start obtained by the Soviets with their large rocket engines, which gives them many months of lead-time, and recognizing the likelihood that they will exploit this lead for some time to come in still more impressive successes, we nevertheless are required to make new efforts on our own. For while we cannot guarantee that we shall one day be first, we can guarantee that any failure to make this effort will make us last. We take an additional risk by making it in full view of the world, but as shown by the feat of astronaut Shepard, this very risk enhances our stature when we are successful. But this is not merely a race. Space is open to us now; and our eagerness to share its meaning is not governed by the efforts of others. We go into space because whatever mankind must undertake, free men must fully share.

I therefore ask the Congress, above and beyond the increases I have earlier requested for space activities, to provide the funds which are needed to meet the following national goals:

First, I believe that this nation should commit itself to achieving the goal, before this decade is out, of landing a man on the moon and returning him safely to the earth.

Cuando se hace la traducción al español (que hice por mi cuenta), se observa que ésta difiere de la versión que está en el pseudodocumental, la cual es artificiosa y pone en boca del presidente estadounidense cosas que no dijo. Cabe destacar que citaré solamente los párrafos en inglés con las negritas, pues las demás declaraciones atribuidas a Kennedy en el filme son falsas, totalmente inventadas por Benítez.

(…) Ya es hora de dar pasos agigantados ―ya es hora de emprender una nueva gran iniciativa para los Estados Unidos ―ya es hora de que esta nación tenga un rol verdaderamente protagónico en la conquista del espacio, la cual de muchas maneras contendrá la clave de nuestro futuro en la Tierra.

(…)

Por tanto, pido al Congreso, más allá de los aumentos que acabo de solicitar para los programas espaciales, que disponga de los fondos necesarios para cumplir con los siguientes objetivos de la nación:

Primero, creo que esta nación debe comprometerse con la meta de poner un hombre en la Luna y de traerlo sano y salvo a la Tierra antes de que culmine esta década.

Aquel Mensaje de Kennedy ante el Congreso se quedó pequeño; el discurso pronunciado el 12 de septiembre de 1962 fue más aplaudido: We choose to go to the moon. “Hemos decidido ir a la luna”. Qué palabras tan memorables, lo juro.

(15:23) ¿A qué se debían estas extrañas prisas? ¿Qué estaba ocurriendo? Aparentemente, las palabras de Kennedy obedecían a la necesidad de recuperar el prestigio y la hegemonía militar. Y era cierto en parte. La verdad era otra. La verdad llegaría años más tarde, y de la mano de Mirlo Rojo. Él confió en mí y me hizo partícipe de su gran secreto. Un secreto tan espectacular como diabólico. (16:06)

Boberías. ¿Revelar qué, a más de una década de ocurrido el alunizaje? Por favor… Además, ¿no resultaba más lógico denunciar el fraude durante la presidencia de Richard Nixon, al calor del caso Watergate que dio la vuelta al mundo? Con montones de periodistas yanquis infiltrados en la Casa Blanca, sus acusaciones habrían sido bien recibidas y habría contado con la debida protección a su anonimato.

Total, ¿qué iba a desclasificar Kennedy del alunizaje en 1969 cuando fue asesinado en 1963? Piensen en esa anacronía. En suma, recuerden también que los mencionados logros de los soviéticos presionaron a los estadounidenses para que marcaran un hito decente en el espacio. En sus célebres discursos de 1961 y 1962, Kennedy no sólo aumentó la moral de los gringos, sino que también consiguió del Congreso un incremento del presupuesto destinado a las misiones espaciales. Desgraciadamente, no vivió lo suficiente para ver cumplida su promesa presidencial.

(16:08) Soviéticos y aliados mintieron a la hora de justificar aquella loca Carrera Espacial. Todo empezó en la década de los años 40. En esas fechas las intensas oleadas OVNI registradas en el mundo pusieron en máxima alerta a los militares soviéticos y aliados. Para ellos estaba claro. Aquellos objetos pertenecían a civilizaciones no humanas. Civilizaciones muy avanzadas. El mundo nunca lo supo. Aquellos miles de avistamientos fueron la gran razón que impulsó a los militares al referido y brusco giro en la carrera armamentística. Y concibieron la necesidad de fortalecer los sistemas defensivos concediendo absoluta prioridad al espacio. (16:56)

Eso es histórica y científicamente falso. En el primer lustro de los años 40’ estaba en curso la Segunda Guerra Mundial; nadie tuvo tiempo ni interés de ponerse a buscar vida fuera de la Tierra. De hecho, si fotografiaban en el cielo algo que parecía amenazante, se llegaba a pensar que podría ser algún arma supersecreta de los nazis o de los japoneses. Una idéntica idea se tuvo en la Guerra Fría, pero con los soviéticos, sobre todo después de 1950.

Adicionalmente, durante aproximadamente un minuto y medio hay una galería de ovnis que se muestran a la carrera, sin dar tiempo para pestañear ni contrastar información. Uno de ellos es el avistado en Barra de Tijuca (Brasil, 1952); un fraude que desmonté en el capítulo 9 de esta investigación. El grupo de ovnis en Washington D.C., reportado en 1952, no es más que un conjunto de lens flares sobre el Capitolio.

El resto lo dejo de tarea para los lectores. Hallarán que casi todos esos ovnis son engaños, objetos identificables o imágenes borrosas en las que no es posible precisar cuál es el objeto “misterioso”. De eso habló bastante Carl Sagan, a quien mencioné al final del capítulo 3 de este trabajo detectivesco.

(16:57) Los militares no eran ajenos a los extraños fenómenos luminosos que se registraban en la Luna y que venían reportando los astrónomos. Y desde los años 50, tanto Estados Unidos como la antigua URSS redactaron planes concretos para pisar el satélite natural y establecer bases que, según ellos, pudieran controlar y contrarrestar la presencia de estas astronaves no humanas. (17:25)

Ver refutaciones ut supra. Esto es basura magufa.

(17:28) Horizon fue uno de estos proyectos diseñado en secreto por el Pentágono. Ni siquiera Kennedy tuvo conocimiento del gran plan. Sencillamente, fue engañado. Y consideró de buena fe que los Estados Unidos deberían ser los primeros en ese supuesto desafío técnico y científico. Según Mirlo Rojo, la campaña de intoxicación desplegada por las diferentes agencias gubernamentales norteamericanas y los servicios de inteligencia hizo el resto. (18:02)

De conformidad con las pruebas presentadas, esto es enteramente falso. No encuentro referencias del fulán proyecto Horizon más que en páginas de ufología. Si Mirlo Rojo existió alguna vez, mintió con esa información, puesto que no hay evidencias de ninguna clase que respalden sus afirmaciones.

(18:04) Kennedy y la opinión pública mordieron el anzuelo. En la noche del 24 al 25 de julio de 1955, se produjo un nuevo incidente OVNI que aceleraría los planes de los militares. Esa noche los observatorios astronómicos de Leningrado y Monte Palomar descubrieron un gigantesco cilindro a 500 kilómetros de la Tierra, orbitando a 30.000 kilómetros por hora. El objeto tenía más de 10 kilómetros de longitud. Días después, soviéticos, norteamericanos, franceses e ingleses se reunían en secreto en Ginebra, confirmando sus temores. Aquella formidable máquina obviamente no era humana. Pero ocurrió algo imprevisto. Los soviéticos no aceptaron los consejos y directrices de los militares aliados para establecer un proyecto conjunto en el control del espacio. Y el 4 de octubre de 1957, ante la sorpresa del mundo y la irritación de los aliados, tomaron la delantera con el ya referido lanzamiento del Sputnik. (19:23)

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No existe la menor prueba documental que certifique la existencia de esta conspiración. Ninguna. En suma, la información que encuentro de ese supuesto avistamiento ovni procede de páginas ufológicas. En consecuencia, estas afirmaciones son patrañas.

(20:00) Y durante una década, entre 1957 y 1968, los militares norteamericanos y soviéticos fueron confirmando lo que ya sabían o imaginaban, y mucho más. En ese período fueron lanzadas más de 20 sondas automáticas que se estrellaron en la Luna o alunizaron suavemente. (20:25)

Información irrelevante y falsa en lo que respecta a los aliens. Los únicos datos de esas sondas son de carácter científico y no dan señales de visitas extraterrestres.

(20:53) En total, sin contar las imágenes obtenidas por la URSS, la NASA recibió 230.000 fotografías del satélite natural. La Luna fue fotografiada en su totalidad y a muy diferentes alturas. Pero los militares que controlaban y controlan la agencia espacial norteamericana no dieron a conocer muchas de esas imágenes. ¿Por qué? ¿Qué mostraban? Cuando Mirlo Rojo me entregó algunas de estas fotografías quedé desconcertado. (21:29)

(21:32) Se trataba de imágenes altamente confidenciales jamás divulgadas. En una de ellas, tomada por la sonda Orbiter 2 en noviembre de 1966 se aprecian dos muros o carreteras paralelos de 27 kilómetros de longitud. Cada una de estas construcciones, totalmente artificiales, tiene una anchura aproximada de 450 metros. En el muro o carretera de la derecha se aprecia incluso un curioso detalle. La construcción ha sido alterada rompiendo la impecable línea recta, con una curva de 1.000 metros. En otra de las fotografías, los militares norteamericanos descubrieron lo que llamaron “La Gran Presa”, una no menos enigmática construcción de 5 kilómetros de longitud, al Norte del Mare Imbrium. (22:26)

(22:27) El 19 de noviembre de 1966, la misma Orbiter 2 captaba a 48 kilómetros de altura, y sobre el Mar de la Tranquilidad, otra extraña formación. En esta ocasión se trataba de enormes pilares o monolitos perfectamente alineados de tres en fondo. En total, 30 obeliscos de idéntica altura. Aquello obviamente no podía ser una formación natural. En total, según mi confidente, NASA terminó censurando 900 fotografías. Todas ellas pasaron directamente a los archivos del Pentágono. En ellas se distinguen grandes plataformas, posibles ruinas de edificios o ciudades, carreteras y gigantescas cúpulas. (23:19)

Uno: según se puede apreciar en la conversación “privada” que tiene Benítez con Mirlo Rojo, a puerta cerrada, las fotos son en su mayoría de ovnis. Vaya descubri-miento.

Dos: la NASA es una agencia independiente, integrada por civiles y sin lazos con el ejército. En consecuencia, sus programas de investigación son de orden científico, sin prioridad por la tecnología castrense. Su dirección ha estado a cargo de varios administradores, pero casi ninguno tuvo carrera militar; por ejemplo, Thomas Keith Glennan fue ingeniero eléctrico, mientras que Robert M. Lightfoot Jr. es ingeniero mecánico. Eso sin contar con el resto del personal, que a menudo está compuesto de físicos, astrofísicos, astrónomos, químicos, biólogos, obreros, electricistas, administradores, contadores… y pilotos reclutados de la USAF.

Tres: ninguna fuente seria dice que el Lunar Orbiter 2 fotografió construcciones de algún tipo; esa tesis es totalmente falsa y solamente es defendida por ufólogos. La sonda espacial “peinó” el 99% de la Luna y no encontró nada fuera de lo normal. Las imágenes están en Internet, por lo que no hay censura ni indicios de alienígenas. A lo sumo, hay evidencia de procesos geológicos que formaron los “caminos” (es decir, extintos ríos de lava, fruto de erupciones volcánicas en el pasado. Ese es el caso del Mare Imbrium) y cráteres del satélite terrestre. Cualquier interpretación que se desprenda de esto es producto de la pareidolia.

Lo que digo puede confirmarse con las fotografías de las otras CUATRO misiones del Lunar Orbiter que se despacharon a la Luna. Por tanto, esto significa que nuestro querido satélite fue estudiado CINCO veces seguidas sin detectar rastros de colonizadores espaciales extranjeros. En este sentido, la precisión de la NASA fue ―y es todavía― milimétrica; de las 3.062 fotos tomadas en total, 2.180 son de alta resolución. Un número minoritario se perdió durante la transmisión de datos a la Tierra, seguramente por razones técnicas inherentes a las telecomunicaciones de la época.

[Nota personal: las fotos “filtradas” del Lunar Orbiter 2 no dicen nada. Como señalé arriba, la lectura de Benítez y Mirlo Rojo de las mismas es pareidolia; puras ganas de creer sus propias mentiras. Si el ufólogo español es tan riguroso y no tiene miedo a que contrasten sus datos, que se ponga los pantalones y nos diga en qué coordenadas selenográficas fueron tomadas esas fotografías “censuradas” por la NASA.]

(23:21) Las sospechas de los militares en efecto se cumplieron. Y prosiguieron con el plan previsto. Sibilinamente, los servicios de inteligencia militar norteamericanos se cubrieron las espaldas en previsión de una hipotética fuga de información. Para ello, utilizando a NASA como pantalla, propiciaron la redacción de un informe que los eximiera moral y jurídicamente de cualquier responsabilidad en caso de ocultamiento. (23:55)

(24:04) Este documento, conocido como Informe Brookings, redactado por prestigiosos científicos, sociólogos, políticos y economistas, fue presentado a la Cámara de Representantes e impreso en abril de 1961. Curiosamente un mes antes del célebre discurso de Kennedy en el Congreso. Es decir, cuando NASA, la gran tapadera de los militares, estaba a punto de recibir luz verde y los necesarios dineros para el proyecto Apolo. En este informe, además de reconocer que la vida extraterrestre es una posibilidad real, se aconseja a NASA que no difunda los posibles hallazgos que pueda encontrar en la Carrera Espacial. En la página 215, en la sección titulada “Implicaciones de un descubrimiento de vida extraterrestre”, el documento señala que la exploración del espacio podría desembocar en el hallazgo de artefactos no humanos. (25:04)

(25:07) En ese supuesto ―continúa el Informe Brookings―, nuestra civilización se vería amenazada por un irremediable proceso de desintegración, tal y como ha sucedido en la Tierra en otras épocas y con otros pueblos. (25:21)

(25:23) Este documento, efectivamente, no deja en buen lugar a la supuesta democracia norteamericana. Hablemos claro. En el Informe Brookings, sencillamente, se anima a NASA  a ocultar información. Y eso fue lo que hicieron. (25:40)

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¡Muajajajajajajajajajajajaja!

Bien, en serio; esto es una tontería. Pongamos las cosas en su santo lugar, porque este tipo está desubicado y ha vuelto a mentir.

Primero y principal: la NASA no es la Celestina de los yanquis; ni el ejército gringo es Calixto, ni la Casa Blanca es Melibea. Por tanto, lo que está diciendo Benítez ya es calumnia y difamación. En los párrafos anteriores demostré lo falsas que son sus acusaciones, y en los que siguen lo seguiré haciendo.

Segundo: el Informe Brookings era conocido públicamente en la prensa estadounidense desde diciembre de 1960. Esto es así porque el documento fue impreso y publicado en la misma fecha (no, no fue en abril de 1961). De hecho, el archivo original está en la base de datos de la NASA, cualquiera lo puede leer íntegro, sin tachaduras ni enmendaduras. No es ni ha sido top secret.

Tercero y último: en el Informe Brookings nunca se insta a la NASA a que censure los datos que le incomoden, eso es mentira. Cuando mucho, habla de las potenciales consecuencias de un contacto entre nuestra civilización humana y una extraterrestre, desde diversas perspectivas. El abordaje de esta incógnita siempre se hace de manera teórica, especulativa; por esa razón es que en la versión íntegra en inglés siempre se ven verbos conjugados en período hipotético, con tiempos condicionales y fórmulas sintácticas propias del subjuntivo que empiezan con if. No dio por sentada la detección de aliens antes del Apolo 11; sólo barajó posibilidades, dio recomendaciones y pensó en la mejor forma de hacer que ese contacto fuera productivo tanto para la ciencia como para la humanidad.

Discurrir en ese documento dizque de “alto secreto” da para un post entero, idóneo para dar unos cuantos coscorrones a los magufos. Sin embargo, no quiero alargarme criticando menudencias. Lo que sí me gustaría mostrarles es cómo Benítez sacó de contexto la frase en la que supuestamente los científicos del Informe Brookings aconsejaron a la NASA que no revelara información comprometedora. La mejor evidencia está en la traducción al español que sale en su propia página web (las negritas son mías):

Publicidad reciente dada a los esfuerzos para detectar mensajes extraterrestres vía radio telescopio ha popularizado ―y legitimizado― especulaciones acerca del impacto en los valores humanos de un descubrimiento tal (…). Es concebible que haya vida semi inteligente en alguna parte de nuestro sistema solar o vida altamente inteligente sin orientación tecnológica, y muchos cosmólogos y astrónomos piensan que es muy posible que haya vida inteligente en muchos otros sistemas solares. Mientras que encuentros cara a cara no ocurrirán dentro de los próximos 20 años (a menos que su tecnología esté más avanzada que la nuestra, calificándolos para visitar la Tierra), artefactos dejados en algún punto en el tiempo por estas formas de vida podrían ser descubiertas a través de nuestras actividades espaciales en la Luna, Marte o Venus. Si hay algún contacto que se haga durante los próximos 20 años, es mas [sic] probable que sea por radio ―lo cual indicaría que estos seres por lo menos han igualado nuestro nivel tecnológico.

En la versión angloparlante ―es decir, la original que reposa en los archivos digitales de la NASA― el párrafo que acabo de copiar está en las páginas 182 y 183. Compárese con la cita de la página 215 en la versión traducida de Benítez y noten las diferencias de significado. Vean quién es el que de verdad está manipulando datos a su antojo, sin ningún escrúpulo ni respeto por el intelecto del público.

Vale decir que ninguno de los eventos pronosticados en el Informe Brookings se ha producido hasta la fecha; de hecho, las exploraciones espaciales tuvieron que desechar cualquier posibilidad de vida inteligente en Venus, ya que es un planeta infernal donde a durísimas penas sobrevivirían ciertos microorganismos. ¿Y en Marte? Sólo en la ciencia ficción. ¿Qué tal en la Luna, como dice Benítez? No; lean las refutaciones de los párrafos que siguen. ¿Y si en verdad nuestra sociedad corriera peligro de irse a pique ante este descubrimiento? Ja, ja, ja… Hay que ser cretino como para dejarse atontar por esta pregunta cazabobos. Les diré concisamente el por qué.

En pleno 2017 todavía hay millones de personas que tienen la firme creencia en los “encuentros cercanos del tercer tipo” sin poseer la más miserable prueba que la respalde. También hay ciertos “contactados” hijos de puta que organizan, predican y se lucran de religiones basadas en el culto a los extraterrestres; tal es el caso del ummoísmo, la cienciología y el urantismo. ¿Y alguno de estos creyentes tiene miedo a un inminente cataclismo por la visita de aliens a la Tierra? No. Viven sus vidas como si nada. ¿Qué sentido tendría encubrir algo con lo que incluso sienten bienestar emocional, debido al efecto placebo que produce esta infundada fe en los aliens?

(28:52) En el viaje de ida hacia la Luna, el Apolo 11 vivió una primera experiencia que también fue silenciada. Cuando se hallaba a 200.000 kilómetros de la Tierra, un extraño y gigantesco objeto apareció en las proximidades de la nave. Los astronautas lo describieron como una formidable “L”, algo similar a una maleta abierta, aunque en ocasiones cambiaba de forma, adoptando la figura de un cilindro. La noticia se filtró a la prensa, pero NASA, fiel a su consigna de ocultamiento, zanjó el asunto con una explicación tan absurda como insostenible: lo observado por el Apolo 11 sólo era el sobrealimentador del cohete Saturno IV. Absurdo, sí, porque en esos momentos la referida fase del cohete se encontraba a 10.800 kilómetros del Apolo. Pero las mentiras de NASA apenas habían empezado. (29:39)

(29:40) A casi 380.000 kilómetros de la Tierra, muy cerca ya de la superficie lunar, el Apolo descubrió otras luces que volaban en formación. Según Mirlo Rojo, aquellas luces parecían esperar al Apolo 11. Eran muy brillantes, y volaban en perfecta formación. Poco después se alejaron a gran velocidad, desapareciendo hacia la superficie de la Luna. Los astronautas tenían razón; aquello parecía un recibimiento. Pero lo más espectacular estaba por llegar. (30:35)

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Tal información sólo es referenciada en páginas de ufología, esoterismo, misticismo y periodismo chapucero, sin ningún fundamento científico. Al respecto hay tantas falacias como granos de arena. Para colmo, la foto que muestra Benítez es la típica imagen borrosa que no prueba nada de nada. El mismo cuentico magufo de siempre.

Por cierto, hay quienes atribuyen los avistamientos a Buzz Aldrin. Esa noticia es falsa. Según el propio Aldrin, el presunto OVNI era uno de los paneles que se separaron de la tercera fase del Saturno V (no, no fue el Saturno IV como dice el ufólogo español). Justo lo que dice la versión oficial de la NASA.

(30:43) Armstrong y Aldrin descendieron finalmente. Su compañero Collins permaneció en órbita lunar a 110 kilómetros de altura. (30:49)

(32:12) Y al poco de aquel histórico alunizaje, Armstrong y Aldrin volvieron a sobresaltarse. La frecuencia cardíaca se disparó hasta 150 y 160 latidos por minuto. Las palabras de Armstrong, atropelladas, dejaron perplejos a los técnicos de Houston. (32:31)

Baia, baia, miren qué tenemos acá. Hasta donde he buscado, nada de eso figura en las transcripciones del Apolo 11. De hecho, las voces del audio presentadas por Benítez en su pseudodocumental se oyen muy distintas a las filmaciones originales del alunizaje en 1969.

Una de dos: o el audio “inédito” de Mirlo Rojo es falso, o es de otra misión espacial que no es el Apolo 11. Sea lo que fuere, lo cierto es que el ufólogo español miente.

(33:06) Al otro lado del cráter, existente a poco más de 60 metros del Águila, habían aparecido unas naves, y unos seres. Objetos en forma de disco y perfectamente alineados sobre el terreno. Y junto a ellos, varios seres muy altos con trajes blancos y ajustados. Cuando los astronautas, obedeciendo las insistentes órdenes de Houston, trataron de filmar, objetos y seres desaparecieron. (33:29)

Mentira. Ver refutaciones anteriores.

(33:47) Y llegó el momento culminante, el verdadero objetivo de Apolo 11. La secreta razón que impulsó a los militares a conquistar la Luna. (33:57)

(34:46) Esta fue la verdad, la única y secreta verdad. Aquel 21 de junio de 1969, Armstrong y Aldrin se alejaron escasos metros del módulo, filmando esta increíble construcción. Esta película de 14 minutos jamás fue difundida por NASA. Mirlo Rojo fue uno de los pocos norteamericanos que tuvo acceso a ella. (35:20)

Hay que ser 100% tarado para no entender la diferencia entre esto:

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Y esto:

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Como bien señala el Escepticcionario, todo, todito el video, ES UN MONTAJE. Hasta Benítez tuvo que reconocer que eso era una “recreación”, pues no tenía consigo el video auténtico del alunizaje “censurado” por la NASA (bueno, ¡es que ni siquiera existe!). Para más inri, se supo que esas “imágenes inéditas” fueron obra de Dibulitoon Studio; una productora audiovisual del País Vasco que también puso las murallas y los obeliscos en la Luna (ver minutos 22:20 y 23:01). Aparece en los créditos de este pseudodocumental.

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Hasta ahí llegó la payasada.

(35:23) A escasos metros, sí, del Águila. Y no fue casualidad. Todo estaba minuciosamente programado. Estas misteriosas ruinas, como otras igualmente filmadas por los restantes Apolos, habían sido fotografiadas con anterioridad por las diferentes sondas automáticas. Una de ellas, el Surveyor 5, lanzada el 8 de septiembre de 1967, fue decisiva. Alunizó en el Mar de la Tranquilidad, muy cerca de esta construcción, enviando 19.000 fotografías. (36:05)

(36:12) Edificios en ruinas. Edificios en la superficie de la Luna. Edificios aparentemente de una gran antigüedad. ¿Pero quién los había levantado? Nosotros, los humanos, obviamente no. Sólo quedaba una respuesta. Esto era obra de una civilización no humana. (36:37)

Ver refutaciones anteriores, eso es mentira. Ninguna de las misiones del Programa Surveyor halló algo raro en la Luna.

(38:05) Los militares había satisfecho la primera parte de su diabólico plan. Ahora quedaba la segunda. (38:14)

(39:20) Según mi confidente, los astronautas procedieron a lo programado. Recogieron muestras de los muros, tomaron medidas, y se retiraron. (39:30)

(39:53) La insólita construcción, muy parecida a un hangar, medía 60 metros de longitud con una altura máxima en los muros de 9 metros. Presentaba 12 huecos o ventanas y una especie de puerta frontal de 5 metros de fondo por 3 de altura. Según los análisis practicados en la Tierra, el material con el que había sido construido era similar al de la superficie lunar. Un 60% de los átomos era oxígeno con un 0,01% del peso constituido por hidrógeno. Las paredes se hallaban muy erosionadas. Esta circunstancia, dado que en la Luna no existe prácticamente atmósfera, hizo pensar a los militares que el edificio en cuestión podía tener varios miles de años. (40:52)

(40:58) La secreta excursión de Armstrong y Aldrin a este hangar y naturalmente los 14 minutos de película jamás fueron difundidos por la NASA. Oficialmente no existen. Pero poco faltó para que la increíble aventura se filtrara a la opinión pública. Todo se debió a un error de NASA que permitió la publicación, en aquel 21 de julio, de una escueta e incomprensible noticia. (41:25)

Mentira. Ver refutaciones anteriores. La NASA nunca va a reconocer que tiene en su posesión un filme “oculto” creado por Dibulitoon.

(41:26) En un teletipo que dio la vuelta al mundo, se afirmaba textualmente: “El corazón del astronauta Neil Armstrong alcanzó las 160 pulsaciones por minuto al finalizar hoy su paseo lunar mientras se hallaba trabajando en la dura operación del cargamento de muestras de rocas y suelo lunar”. El hecho pasó prácticamente desapercibido. Pero algunos, con toda razón, se preguntaron: ¿cómo era posible que Armstrong sufriera semejante aceleración cardíaca en el más que inofensivo y cómodo transporte de rocas lunares? (42:02)

(42:03) En el delicado descenso del Águila, la frecuencia cardíaca de Armstrong llegó a 156 pulsaciones por minuto. Ahí sí estaba justificada la fuerte aceleración del astronauta. En la carga de rocas, en cambio, no tenía sentido. Armstrong, de 39 años de edad, había levado a cabo 78 misiones de combate en Corea. Había volado más de 200 modelos de aviones, y tenía fama por su extraordinaria frialdad y nervios de acero. ¿Por qué iba a experimentar hasta 160 pulsaciones en la recogida de muestras lunares? (42:42)

En primer lugar, Armstrong estuvo muy emocionado por haber sido el primer hombre en pisar la Luna. Tal felicidad, a la que se unió el esfuerzo físico realizado durante su estadía en la Luna, hizo que su corazón latiera como burro sin mecate.

Y en segundo lugar, la frecuencia cardíaca cambia según la transición gravitacional. En otras palabras, el corazón no late igual en la Tierra que en el espacio. De acuerdo al reporte oficial de la NASA, los astronautas del Apolo 11 alcanzaron picos que oscilaron entre 88 y 110 lpm, pero tuvo promedios de 71 y 67 lpm. En general, los valores fueron normales.

Quiero poner una acotación. El astronauta Tim Peake señaló en una entrevista interactiva que el corazón late más despacio en el espacio, pues la falta de gravedad altera la circulación de la sangre. Sin ejercicio regular, se corre el riesgo de sufrir atrofia coronaria.

(42:45) La absurda noticia divulgada por Charles Berry, médico de los astronautas, no tuvo en cuenta, además, otro pequeño gran detalle que invalidó la forzada explicación oficial. Durante las 3 horas que duró el paseo lunar, Armstrong y Aldrin recogieron un total de 25 kilos de rocas. Dado que en la superficie de la Luna existe una gravedad seis veces menor que la de la Tierra, el peso real de las rocas fue de 4 kilos. 4 kilos repartidos entre dos astronautas y en diferentes momentos de la excursión lunar. La versión de NASA efectivamente no era creíble. (43:23)

(43:41) Una vez más, mintieron. No fue el insignificante peso de las rocas lo que precipitó el corazón de Armstrong. Fue la visión de aquel edificio. A pesar de su excelente preparación física y mental, el astronauta, consciente de la trascendencia de lo que tenía delante, no pudo evitar la lógica e intensa emoción. Y otro tanto sucedió con Aldrin. Pero la frecuencia cardíaca de este último no fue registrada porque los circuitos electrónicos del traje espacial no se hallaban conectados a la consola que recibía la información biomédica. (44:24)

Todo eso mezcla argumentos irrelevantes, falsos y engañosos. No perderé mi tiempo desglosando el “edificio” alienígena porque ya sabemos que es un montaje digital.

En uno de sus informes del Apolo 11, la NASA dice muy bien que la unidad de masa utilizada para medir las rocas lunares está expresada en el peso terrestre; exactamente, 50 libras (alrededor de 22 kg, que en la Luna son 3,6 kg). Los astronautas de dicha misión tuvieron en cuenta estas equivalencias y en los datos médicos se puede observar que el ritmo cardíaco dependió de varios factores típicos de la exploración espacial, no sólo de la toma de muestras selenográficas.

Por si esto no fuera poco, las muestras de rocas lunares recolectadas por el Apolo 11 demuestran, geológicamente, que no hubo vida en nuestro satélite. La ausencia de agua implica la inexistencia de organismos vivientes; es decir, que en la Luna no hubo actividad biológica de ningún tipo en ningún momento de su historia. Esta evidencia desmiente por completo la tesis de la colonización alienígena propuesta por Benítez y sus defensores.

(44:51) Los hombres del planeta Tierra posaron aquí su pie por primera vez. Julio de 1969. “Hemos venido en son de paz en nombre de toda la humanidad”, así reza el texto de la placa dejada por Apolo 11, en una de las patas del Águila, el módulo lunar que supuestamente todavía sigue en la Luna. ¿En son de paz? Nueva mentira de NASA y de sus propietarios, los militares norteamericanos. (45:28)

Mentira, calumnia y difamación cochina. En virtud de las evidencias que he expuesto, doy por falsas todas estas acusaciones.

(45:51) Mirlo Rojo fue contundente. Hasta diciembre de 1972, fecha en la que se interrumpe el proyecto Apolo, otras 5 naves volaron a la Luna. Y volvieron a filmar construcciones. Después, esas edificaciones fueron bombardeadas y destruidas. Y existe la fundada sospecha de que Estados Unidos utilizó armas tácticas nucleares, contaminando la Luna. Así se cerró la segunda fase del diabólico plan. Los militares norteamericanos no lo consintieron. “Esas estructuras podían provocar el caos en la Tierra”; eso dijeron. (47:05)

Fotos en alta resolución tomadas por el Lunar Reconnaissance Orbiter y el Chandrayaan-1 demuestran que estas afirmaciones son totalmente falsas. En este punto, el complot “diabólico” es tan ficticio que cualquiera puede ver imágenes a granel de la Luna en Google Moon, con los sitios exactos donde se posaron las misiones Apolo. En Internet también se pueden consultar las coordenadas precisas de los alunizajes, las cuales son cortesía de la NASA. Por tanto, acá ni hubo conspiración, ni hubo encubrimiento.

(47:20) ¡Sí amigo! En los restantes Apolo sucedieron muchas cosas. Cosas extrañas y secretas. Pero esa es otra historia que quizá algún día me decida a contar. Suponiendo, claro está, que siga vivo. Por cierto, desde aquel diciembre del 72 han transcurrido más de 30 años. ¿Estamos pensando lo mismo? ¿Por qué nunca se volvió a la Luna? (47:47)

Todavía vives, zopenco. Demasiado ocupados están los yanquis tiroteando terroristas islámicos en Oriente Medio como para estar prestando atención a unos chiflados cazaovnis como tú. No obstante, volvamos al tema, que este ufólogo español tiene la única pregunta legítima de su pseudodocumental: ¿por qué fuimos a la Luna sólo para abandonarla después? La respuesta tiene dos caras de una misma moneda: la estadounidense y la soviética. Voy a explicarlas con brevedad para que se entiendan mejor.

En la estadounidense confluyeron varios elementos, especialmente de índole político y económico. El éxito del Programa Apolo (con excepción del Apolo 13) fue opacado por problemas internos y externos en los EE.UU. Entre el escándalo Watergate a inicios de los 70’ y los pleitos pendientes de la Guerra Fría, se prefirió dar más dinero a los helicópteros militares que a los cohetes espaciales. Además, las misiones tripuladas eran costosas y sumamente peligrosas, por lo que resultó más sensato cambiar la estrategia de la exploración sideral, priorizando el empleo de sondas y telescopios. Al fin y al cabo, los alunizajes cumplieron sus objetivos científicos y la propaganda soviética había sido duramente abofeteada.

En la soviética tenemos lo mismo, pero más dramático. La URSS tuvo líos que atender, como la necesidad de construir viviendas para sus habitantes y defender sus fronteras (o violar las ajenas, como hacían los gringos). Sus esperanzas de llegar a la Luna estuvieron concentradas en naves rivales del Apolo, pero se fueron a pique; el N1-L3 fue el que pudo haber devuelto el guantazo propinado desde la NASA, y voló en pedazos sin haber abandonado la órbita terrestre. Cuando tuvieron noticia de la hazaña del Apolo 11, el programa del N1-L3 quedó abandonado y olvidado al mejor estilo estalinista.

Y con eso sabemos por qué no pisamos la Luna desde el Apolo 17. Tal vez lo hagamos en el futuro con misiones de distintos países, quién sabe. Pero indistintamente de lo que nos deparen los años venideros, podemos estar seguros de que en ese pasado conflictivo entre las dos superpotencias mundiales, es decir los Estados Unidos y la Unión Soviética, hubo un logro imborrable de nuestra civilización humana que muchos menosprecian con argumentos irracionales. Entre ellos está el conjunto de falacias que se agrupan en la teoría conspiranoica de Benítez, la cual nos intenta vender la mentirosa imagen de una Luna poblada de alienígenas que nunca estuvieron allí.

Muy bien, panas, suficiente por hoy. Nos vemos en la próxima entrada.

Volver al prólogo e índice de artículos

Capítulo 1 – ¿Cuál huella?

Capítulo 2 – La isla bonita

Capítulo 3 – Hache dos o

Capítulo 4 – Yisus Craist

Capítulo 5 – Secreto de uno, de ninguno

Capítulo 6 – Dios es tracalero

Capítulo 7 – Una “cajita feliz”

Capítulo 8 – Palito-Cerito-Palito

Capítulo 9 – Sahara vivo

Capítulo 10 – Sahara muerto

Capítulo 11 – Locademia de arqueología

Capítulo 13 – Las metras alienígenas

Capítulo 14 – ¿De dónde vino el fraude?

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2 comentarios en “Planeta desencantado. Capítulo 12 – Mirlo fantasma

  1. Fue en el 2009 que vi el video de Benitez de las supuestas ruinas, y me pareció completamente ridiculo por la mala calidad y la tomadura de pelo. Vende gato por liebre, puesto que los astronautas del apollo 11 portaban cámaras fotograficas en sus trajes, los videos fueron hechos en SSTV ubicadas en las patas del modulo lunar y camaras tripoidales instaladas por los astronautas en las inmediaciones. Y mas encima pasa por alto o desconoce que existe un tratado internacional que prohibe que a los astros cercanos les arrojen armas nucleares, y en el hipotetico caso de que hubiera pasado como eso con el fin de hacer desaparecer las supuestas ruinas alien… Hubiera sido notado por todo el mundo.

    Este tipejo es tan insoportable que los pseudoescepticos negacionistas, proponen evidencia y datos completamente falsos. Saudos

    • Épale Ricardo, gracias por comentar y por la información adicional que aportas con tus observaciones.

      A ello añado un detallito. ¿Recuerdas la comparativa entre la imagen «inédita» del alunizaje y la real que puse en esta entrada? La mentira se desnuda a la vista por algo obvio, y es que en la «recreación» de Benítez no hay mangueras en el traje espacial, ni la bandera de los Estados Unidos, ni los detalles que sí están en los astronautas filmados por la NASA.

      Simplemente, darle crédito a esa peliculita hecha por Dibulitoon es negarse a ver lo que es evidente.

      Saludos.

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