Preludio
Lo prometido es deuda, y las deudas las pago porque las promesas son para cumplirlas. Tras revisar un cerro de artículos sobre lo mucho que apesta cierto tipo de oposición venezolana por la forma en que se comporta, mas no tanto por las congregaciones políticas que la componen, he decidido plasmar estas líneas que describen sus torpezas. Como veremos más adelante, un gobierno execrable como el de Nicolás Maduro y sus secuaces se mantiene en el poder más por causa de adversarios ineptos que por su propia corruptela administrativa. En este desorden hay mucha gente implicada a la que se le debe señalar con el dedo, pero sincerando los hechos para no rozar en las acusaciones chifladas tan populares en el chavismo.
Ante todo, es más fácil generalizar el oficialismo que la oposición porque el primero se ha hecho en un sistema ideológico único que lo colectiviza por política de Estado (mas bien, la política del Estado-PSUV) en la que los chavistas tienen un pensamiento emanado del finado sabaneteño que los identifica y que se resume en un eslogan que vi en un graffiti callejero cuyo mensaje dice “Chávez no murió, se multiplicó” ―claro, en forma de bacterias dogmáticas socialistas resistentes a los antibióticos de la razón―. Lo segundo, en cambio, es plural, porque no hay un eje doctrinal que la haya hecho; no existe, por tanto, una oposición, sino muchas, aunque la corriente más conocida es la Mesa de la Unidad Democrática, la MUD.
Mientras en el chavismo hay izquierdosos neoestalinistas, marxistas, radicales o simples “enchufados” acomodaticios, en la oposición hay más que eso: hay una ensalada de anarquistas, izquierdistas liberales, derechistas, capitalistas, socialdemócratas, democristianos, “progresistas”, neoliberales y personas que aseguran no tener color político alguno. Conociendo la historia y la sociedad venezolana con fundamento, los fascistas criollos son una inframinoría de neonazis sin voz ni voto en nuestro país, por lo que su poder e influencia son nulos. Lo más parecido que hay son los neoperezjimenistas, neogomecistas y, más extraño aún, neoguzmancistas que quieren restaurar las instituciones de los dictadores Marcos Pérez Jiménez, Juan Vicente Gómez y Antonio Guzmán Blanco.
Por tanto, lo primero que se debe tener en mente es que la oposición no está hecha de fascistas, y que el fascismo ha sido desterrado de sus filas; ni siquiera éste es bienvenido en los antichavistas más aguerridos que he conocido. Esto es un punto a su favor, pero al oficialismo le vale madre porque lo que más le conviene es dibujar a quienes son contrarios al gobierno con críticas que irónicamente retratan el democraticidio en el cual participa el “hijo de puta Chávez”. Al PSUV le importa más la invención de un enemigo “único” que para él es un nido de “fachos” de la ultraderecha, apátridas y burgueses que vendieron su patria a los yanquis. En la gran mayoría de los casos eso no es cierto, y ni siquiera esos dizque “fachos” están conspirando.
Lo que sí es cierto es que la oposición venezolana es un desnalgue porque hace unas morisquetas políticas que tiran leña al fuego encendido por el chavismo. No queda duda que la oposición tiene partidos y voceros que deberían medir tanto lo que dicen como lo que hacen, pues perjudican su imagen y le dan al gobierno gominolas argumentativas. Lo que sigue, pues, es un enfoque crítico-analítico de aquellos que son contrarios al oficialismo, particularmente de los “peces gordos” con los que ya estamos familiarizados.
1. El rival endógeno
Al igual que mi amigo Guido Mujica, pienso que Primero Justicia (PJ) debería seleccionar mejor sus amistades, ya que está rodeado de una pandilla de gaznápiros que no saben lo que hacen, como los líderes del Partido Popular (PP) de España y sus dirigentes. Según informa Guido, Borges se reunió con Mariano Rajoy y también con José María Aznar mientras nos decía que PJ es “centro humanista” al mismo tiempo que se entrevistaba con la derecha hispánica, sin siquiera aclarar sus posturas oficiales en relación a las políticas de Rajoy, las cuales no se han caracterizado por sus aciertos.
María Corina Machado, en su momento, hizo lo mismo, pero con los estadounidenses; más aún, con el impresentable de George W. Bush, si mal no recuerdo. Ni una palabra sobre Afganistán o Irak. Ni un comunicado diciendo que su encuentro con los republicanos sólo era de carácter diplomático para que los Estados Unidos fueran mediadores entre el chavismo y la oposición, pero no para pedirles dinero o armas. Si Machado y Borges hubieran especificado esto último, si hubieran dado una prueba contundente de que no solicitaron a los yanquis intervención político-militar ni les ha interesado, el oficialismo habría tenido que andar con más cuidado a la hora de decir que ambos son “lacayos del imperio” o al menos se habrían inventado calumnias menos repetitivas.
A lo mejor pido demasiado, y ni Machado ni Borges lo harán por (una de) dos razones: o no rechazan las políticas gringas y del PP para no perder su alianza con ellos, lo cual los aislaría a nivel internacional, o no lo hacen porque en el fondo de PJ y de la MUD hay (ultra)derecha disfrazada de “centro humanismo”, lo cual explicaría por qué sus diálogos con Rajoy, Aznar y Bush no fueron por casualidad ni para estar en la primera plana de los periódicos. A mi juicio, lo más probable es lo primero, puesto que lo segundo hiede a conspiranoia. Un plan magnicida o golpista tiene más probabilidades de éxito si se opera en silencio, sin tanta fanfarria y sin exponer a los implicados. Machado y Borges mas bien han actuado de un modo muy diverso, aunque no por ello son menos tontos.
Las universidades autónomas de Venezuela también tienen estos puntos débiles, aunque se esfuercen en disimularlos. Hablemos de la Universidad de Los Andes (ULA) porque esa es la que conozco mejor, pues es ahí donde estudié y es, asimismo, el alma mater de Guido, el pana que les mencioné. Sabemos que la ULA ha tenido encontronazos con el gobierno y déficits presupuestarios que no han sido solventados por el ejecutivo nacional, el cual ha dado muestras de disgusto por los centros de educación superior que convocan protestas y marchas por la precaria situación de la nación. Lo que muchos no saben es que parte de esos déficits se deben a factores internos de la ULA, es decir, a su corrupción.
Guido cuenta magistralmente que el bananerismo en la ULA le ha hecho dilapidar la plata que le llega y su reputación. Entre sus arbitrariedades espantosas están los cambios de pisos en los laboratorios de ciencias por capricho estético, la interrupción de clases por parrandas, la demagogia en las elecciones de los centros estudiantiles, el robo del erario universitario perpetrado por profesores en posgrados fantasma, el acoso sexual, las graduaciones en condiciones irregulares, la falta de apoyo a los jóvenes intelectuales, la pésima calidad alimenticia de los comedores y el uso de la autonomía universitaria para encubrir todos estos desmanes. Doy fe de esto, aunque quisiera complementarlo un poco más.
En la ULA, las residencias Domingo Salazar son a Mérida lo que Mordor es a la Tierra Media; un reservorio de criminales que azotan la ciudad con sus fechorías. Por supuesto, no todos los que viven ahí son maleantes, pero cada vez que se forma una trifulca de cauchos quemados suele empezar ahí o en sus inmediaciones para luego extenderse por la Av. Las Américas, la Av. Don Tulio Febres Cordero y la Av. Los Próceres. No en vano varios núcleos de la ULA están en la zona roja, como La Hechicera y La Liria, y las facultades donde suelen iniciarse estos barullos son las de medicina, FACES, derecho e ingeniería.
Cuando esto pasa, la estabilidad urbana de Mérida se va pal coño. El tráfico se pone pesadísimo y las clases pueden ser suspendidas por varios días, semanas o por tiempo indefinido, como en efecto también ha sucedido con la ULA-Táchira. En mis tiempos de estudiante, las trancas en Mérida me ponían histérico porque alargaban los semestres o los acortaban de sopetón, y más aún porque estaba al tanto que sus autores materiales e intelectuales o eran malandros barriobajeros, o eran tupamaros o eran miembros de los movimientos estudiantiles de oposición, entre ellos el M-13, el cual se codea mucho con la MUD, PJ y Voluntad Popular (VP). Del M-13 he recibido mensajes de texto en el celular instándome a votar por sus “planchas” en los comicios de la ULA, y de Gaby Arellano me llegó este email con una carta muy singular.
No sé cómo se las arregló el M-13 para dar con mi número telefónico y mi correo electrónico, pero estoy segurísimo que sus rivales del chavismo, como el Colectivo 86 (C-86), no me han faltado el respeto con sandeces que no he solicitado en mi bandeja de entrada ni en el buzón de recibidos. De hecho, yo no recuerdo la última vez que el C-86 puso como modelo a seguir a alguien como Nixon Moreno sabiendo que él no se graduó sino que lo graduaron sin tener los méritos académicos requeridos. Por mí Nixon puede ser perseguido político o lo que se les dé la gana (no meteré mis manos en el fuego por él), pero eso nunca será igual a aprobar el pénsum, hacer el servicio comunitario, defender la memoria de grado/informe de pasantías y sortear el papeleo que corresponde por ley para estar en el Aula Magna.
En la medida que la ULA, el M-13 y los partidos de oposición (i.e., PJ, MUD, VP) persistan en estos yerros con esas coaliciones infructíferas, lo único que alcanzarán es empujarse al hoyo que ha cavado el gobierno para darles su cristiana sepultura. Y si he sido crítico con mi universidad no es para generar escándalo ni por ser un malagradecido (mas bien, le agradezco a la ULA el haberme enseñado el valor de la libertad de expresión y de pensamiento), sino como muestra de gratitud para que ésta recapacite y mejore mirándose al espejo. Intento ayudar a la ULA al decirle que no meta su cabeza de ñame en la guillotina, pues nada le encantaría más a Maduro que ser el verdugo que tira de la palanca que baja la cuchilla.
2. Caprules Redonski & Co.
No me da buena espina el espíritu político de Henrique Capriles Radonski ni el de sus compinches, como tampoco simpatía ni confianza, aunque hayan cosas en las que estoy de acuerdo con ellos: lo necesario que es la transición gubernamental, las exigencias de transparencia al Consejo Nacional Electoral (CNE), la tolerancia que debe haber en un país que diga tener Estado de derecho, lo vital que es tomar decisiones gubernamentales con un debate conciliador entre las dos mitades del país y lo repulsivo que resulta manipular los libros de historia para la satisfacción del PSUV. En lo demás, sus argumentos no me son convincentes.
Observemos a Capriles, Henri Falcón y Liborio Guarulla con la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), en una reunión en la que se le da confianza a la CEV “por su capacidad de convocatoria y credibilidad” al entablar el diálogo con el gobierno sin caerse a pescozones. Loable, ¿no? Pues no, mas no lo sostengo porque soy partidario del Estado laico sino porque no veo el menor efecto positivo palpable en las metas que se han trazado. La violencia persiste en las calles, los abusos de poder de Maduro aún no cesan, las agresiones verbales entre los diputados de la Asamblea Nacional (AN) son el pan de cada día y las descalificaciones a los opositores todavía se realizan en un ambiente de total irrespeto. La iglesia, por tanto, no ha hecho nada realmente tangible por la nación y no espero que lo haga. Incluso el cardenal Jorge Urosa Savino está al corriente que el clero está dividido entre ensotanados “rojos” y ensotanados “azules”. Ni la fe mueve montañas, ni el tiempo del inexistente Dios es perfecto.
Pero hay más. El despegue del cohete de Capriles y la MUD en las elecciones del 14 de abril del 2013 perdió poder de propulsión en pleno vuelo para luego decir “Houston, tenemos un problema”. El motivo principal del fiasco de Capriles, a pesar de sus números prometedores de votantes, fue su falta de “objetivo estratégico definido”, lo cual no es para asombrarse; en la entrevista que le hicieron antes del 14-A, Capriles hablaba con demasiadas vaguedades, como si no tuviera ideas mejores que las de Maduro o peor aún, como si las tuviera pero no encontraba manera de entrelazarlas debidamente, de concretarlas. Es como si él no hubiera tenido las bolas bien puestas para decirle a los chavistas que algunas de las proposiciones para rescatar a Venezuela del marasmo significan la reversión de muchas de las medidas político-económicas del sabaneteño ―algunas aprobadas por referéndum, como la “reelección indefinida”― que han atentado contra la democracia y el bolsillo del pueblo.
Así, Capriles es renuente a decirle al chavismo que este país tiene que prescindir del Socialismo del siglo XXI para echar pa’ lante, a convencerlos para renunciar al fraude del castrocomunismo en el que han creído y a plantear una postura más ofensiva que defensiva a la hora de reclamar nuestros derechos. Si Capriles no se ha comportado como un “valiente”, no ha sido exactamente por cobardía, sino por cuatro razones: uno, porque quiere congeniar con el oficialismo mediante un programa de gobierno que no ignore las “misiones”; dos, porque él estuvo metido hasta el fondo en los eventos del 2002-2003 y del 11 de abril (11-A), por lo que no va a contar el mismo chiste dos veces; tres, porque él confía en el desgaste de Maduro, cuya idiocia ha arruinado tanto al país que dirigiría los votos para la MUD, consiguiendo por tanto la ansiada mayoría; y cuatro, porque ha dicho públicamente que no tiene en su visión una especie de “primavera” venezolana.
La quinta razón es el bonus. Capriles, como María Cochina Corina Machado y sus amigos, se ha abstenido de pelear con brío al gobierno a través de un ataque frontal porque sabe que si lo hace Maduro lo tendría en la palma de su mano para estrujarlo en una maloliente celda, como lo está haciendo con Leopoldo López, y también para disolver la MUD de una vez por todas. Mas bien, Capriles se atrevió a decir, quizás con el objeto de atizar la erosión ideológica del oficialismo o quizás para demostrar lo que hace en sus arrebatos demagógicos, que el más grande error de Maduro fue el de haber traicionado las políticas que hubiera empleado Chávez de estar con vida; Henri Falcón, por su parte, abogó por la derogación del “decreto Obama”. No obstante, ambos se equivocan al pensar que es posible congraciarse con los adversarios al adular medidas que ninguno de los dos entiende a cabalidad. Esto merece un epic facepalm.
3. Proyanquis, prodictadores y conspiraciones
Mientras en el chavismo hay prorusos y neoestalinistas, en la oposición hay progringos y neoperezjimenistas. Pero ojo: NO todos los opositores tienen estas mentalidades, sólamente los más radicales, los más extremistas, y son una minoría. Los “fachos”, como ya dije, son tan impopulares que no serían invitados a tomarse un café; menos aún lo serían si estuvieran vinculados a Tercera Fuerza, como Lorent Saleh, según me cuenta un amigo colombiano. Saleh no pinta nada en el antichavismo ni lo representa; la mejor prueba de ello es que cuando él fue enjuiciado no hubo nadie, salvo su abogado y sus camaradas más cercanos, que hubiera pedido clemencia ante los tribunales. No sabido de ningún organismo de derechos humanos y ningún miembro de la MUD que haya declarado sentir piedad por Saleh o reconocer en él alguna autoridad. Por tanto, Saleh está solo.
Los que aún no han sido abandonados “a la buena de Dios” han sido los movimientos estudiantiles que deben soportar insultos, amenazas, golpizas policiales, “golosinas” lacrimógenas y disparos de los “colectivos” gubernamentales. Su estoicismo es encomiable, aunque varios de sus líderes no lo son, en mi opinión, si bien muchos de sus integrantes son carne de cañón de los partidos. ¿Dónde están los fascistas ahí? No los veo por ningún lado. No veo una sola esvástica. No veo su mano derecha levantada para saludar al Duce de Miranda; están desplegados los dedos de las dos manos, cerca de sus caras, pintadas de blanco. No veo arengas sobre la “raza aria” porque he conversado con quienes están en las protestas y ellos rechazan ese discurso supremacista racial; su dictamen sobre Hitler siempre es negativo. Algunos, como Vanessa Eissig, tienen ascendencia judeo-alemana, de acuerdo a la Deutsche Welle, y no aceptan la violencia salvo para defender su integridad física.
Sin embargo, ¿se justifica la defensa contra la violencia gubernamental mediante la violencia? Diría que sí y no a la vez. En cierto sentido sí, porque como reporta Caracas Chronicles las barricadas en Mérida se hicieron para repeler a los delincuentes que son enviados con el objeto de reprimir las protestas pacíficas, pero en el otro no porque genera un clima de resentimiento, de malestar social que termina por darle crédito al chavismo. Como dijo el director de Hinterlaces, los venezolanos desean que el país cambie sin necesidad de ser influenciados por Ares. Esos venezolanos son los que votaron por Acción Democrática (AD), COPEI y el Movimiento V República (MVR) creyendo que le sacarían las patas del barro a la nación.
Esos venezolanos son los que defenderían hasta con su último aliento al país si fuera invadido por potencias extranjeras, pero que no harían lo mismo si fueran oprimidos por un tirano escogido en las elecciones. Esos venezolanos son los que no comprenden que las guarimbas y los “bachaqueros” son las consecuencias, mas no las causas, del descalabro en el que estamos. Mientras las instituciones protejan más al delincuente que a la víctima, y mientras menores sean nuestras libertades económicas, mayores serán las probabilidades de contemplar a los ciudadanos ejerciendo el poder judicial en bloqueos armados de arterias viales o traficando productos que no se consiguen debido a la ineficiencia de los mecanismos del gobierno para realizar las importaciones.
Hay, entre esos venezolanos, quienes esperan milagros mesiánicos, y no precisamente aquellos que pregonan el “tiempo perfecto” de Dios. Les hablo de los que consideran que estas luchas intestinas terminarán cuando alguien del temple de Marcos Pérez Jiménez ponga todo en su santo lugar, como solía ser en los viejos tiempos. Suena sabroso, ¿verdad? Sí. ¿Es útil? No. Esa es la trampa del personalismo; Perejil Mene está muerto, por lo que los neoperezjimenistas están políticamente acéfalos, es decir, sin cabeza, a menos que de golpe y porrazo tengan ases bajo la manga con un líder que posea guáramo. De lo contrario, ellos tendrán que continuar la difusión de su pensamiento de añoranza al régimen derrocado en 1958 por Internet.
Ahí, empero, no me voy a detener. Una tal Adriana Pérez Bonilla escribió en Panfleto Negro un artículo que critica la página de Facebook La Venezuela Inmortal – Viejas Fotos (LVI), aunque percibo que lo ha hecho más por la molestia que le ocasionó ser baneada del sitio que por analizar con detenimiento por qué es precario el ambiente político en Venezuela. Con ella concuerdo solamente en cuestiones superficiales sobre lo poco idóneo que es la implantación de una dictadura militar para arreglar el país y las objeciones al neoperezjimenismo, pero en lo demás observo acusaciones que me parecen poco objetivas. Permítanme ser el abogado del diablo.
- Fotos: no, señora Bonilla, lo siento, pero ató mal esos cabos, está viendo patrones de argumentación donde no los hay. Su inferencia es engañosa. La Revolución Cubana transcurrió de 1953 a 1959, y la
dictadurapresidencia de Fidel Castro empezó en 1976. No hubo forma de reunir ambos jefes de Estado en ninguno de los años señalados con o en contra de su voluntad; en la Revolución no porque Fidel estuvo muy ocupado echando plomo a las fuerzas de Fulgencio Batista y a los contrarrevolucionarios, mientras que de la década de los 70 en adelante tampoco porque Pérez Jiménez ya no estaba en el Palacio de Miraflores. Además, por contexto histórico (i.e., la Guerra Fría) se deduce que tanto Castro como Pérez Jiménez tenían ideologías diametralmente opuestas. Es evidente que no tenían motivos para firmar acuerdos bilaterales. - Términos y condiciones: lo que comentó Bonilla no era una sugerencia a los administradores. Era una afirmación. Indistintamente de si son o no son neoperezjimenistas ―que lo son, y eso no tiene nada de malo mientras no atenten contra la ley―, los que velan por el funcionamiento de LVI disponen de su web como se les antoje, a menos que choque con la TOS de Facebook y otros códigos jurídicos de la república que sean pertinentes. Personalmente creo que las normas de LVI son estrictas ―je, como las de mi blog―, pero no sería tanto por el hecho de ser neoperezjimenistas sino para no desperdiciar el tiempo lidiando con comentarios improductivos. Es frustrante fajarse una buena parte del día investigando, escarbando los archivos fotográficos y publicándolos como para que lleguen bobalicones diciendo “chiabe, telo huro, llo boto x maburro” o “komo t atlebes a sel perejil menista, t dezkuvri gegege”.
- Caudillismo: que yo sepa, es falso que haya empezado en la época colonial. La “edad dorada” de ese mal fue en el siglo XIX, principalmente durante la Guerra de Independencia y la Guerra Federal, si bien el último caudillo fue Juan Vicente Gómez, a inicios del siglo XX. Lo que sí es verdad es el culto a estos hombres belicosos y la fuerte disposición del venezolano a que cesen los partidos y se consolide la unión (sí, Golívah, es contigo la cosa) en el nombre de una vida apacible con un plato de lentejas.
- Inmadurez política: correcto, pero muy simplista. El uso de términos insultantes y de un lenguaje discriminatorio tiene múltiples causas. La fuerte polarización del país induce al fanatismo, y con el fanatismo tenemos ignorancia que es estimulada por los líderes de ambos bandos. Esa incultura hace que se piense nada más en blanco y negro, pero jamás en gris, y eso está en un entorno de conformismo en el que los venezolanos no nos educamos sobre lo que es la política en realidad sino que aceptamos ciegamente lo que nos dicen para luego regar esos despropósitos por doquier, como sucede cuando un chavista dice que Vanessa Eissig es nazi.
Ultimadamente, lo más que ha podido ofrecer el neoperezjimenismo (con sus corrientes afines, el neogomecismo y el neoguzmancismo) es el retorno de Venezuela al pasado. Lamento decírselos, pero eso es imposible a menos que hallen un modo de meter a la nación en la máquina del tiempo, de deshacer sus errores con la daga del príncipe de Persia o de resucitar a Perejil Mene con las esferas del dragón. Ha llovido mucho desde los años 50, por lo que las condiciones de nuestro país nos obligan a replantear sus propuestas por una sencilla razón: porque son apelaciones ad antiquitatem que deben evaluarse ante las evidencias, ante el método científico. La palabrería ideológica debe irse al cuerno.
4. ¿La MUD está muda?
Sí. Y además es ciega, sorda, torpe y testaruda. Está atada de manos y pies por razones ya explicadas cuando hablé de Caprules Redonski, aunque algo afín dice Rubén Rojas Gratz en su blog; que la MUD se ha convertido en una pelota de goma que rebota durísimo por sus propios errores, entre éstos los del 11-A, cuando estuvieron por los pelos de “deschavificar” a Venezuela. Claro, en ese año la MUD no existía, pero sí los dirigentes que hoy la conforman y el don de mando de los partidos que ha sido desinflado desde los sucesos de Plaza Altamira. En suma, la oposición era en ese entonces más homogénea y tenía más orden en sus militantes quienes estaban coordinados con las directrices de sus superiores. Dicho de otra manera, la oposición del 11-A hacia atrás no estaba mamando gallo.
Ahora eso es al revés. La oposición, como columna política, está agrietada, es debilucha, se desmorona ante un par de pandilleros motorizados, cede rápidamente a la intimidación gubernamental y para colmo es indisciplinada. La crónica descrita por el pana Rubén es la que también he observado en Mérida y en Barinas; es la crónica de la protesta del farandiperreo que flaquea en sus votos de indignación y compromiso porque aún no puede desprenderse de su carácter rumbero como tampoco de sus comodidades hogareñas. Es la crónica de quienes aún no están aptos para sujetar un fusil de suscitarse un levantamiento.
Es, de hecho, la crónica amarga de muchísimos opositores que comparan exageradamente a la Venezuela de Maduro con la Libia de Gaddafi, el Egipto de Mubarak, la Siria de Bashar al-Asad y la Ucrania de Yanukóvich. Sin embargo, debe quedarnos clarísimo que Venezuela se parece a Libia, Egipto, Siria y Ucrania tanto como el huevo a la castaña. El que no note las diferencias entre estas naciones o no lee noticias, o es bruto en historia o miente para crear una falso espectro de autocompasión entre quienes adversamos al gobierno.
Por consiguiente, el porvenir de Venezuela se le escurre a la MUD; no es suyo, no le pertenece, es un bate quebrao, mas no porque no quiere ni porque se haya prostituido al gobierno sino porque no puede y si pudiera no tendría con qué. Electoralmente, la MUD está atascada con su generación de relevo, por lo que ha debido reciclar sus candidaturas (e.g., Antonio “Drácula” Ledezma). Y en cuanto a las jornadas de contraataques violentos a la administración de Maduro, la MUD ha reiterado su repudio a las guarimbas, o por lo menos eso ha salido de la boca de Ramón Muchacho. Si la gente quiere que arda Troya, no debe contar con la MUD. Tendrá que comenzar todo desde cero con caras nuevas y una logística planeada hasta los tuétanos.
5. Opciones contra la crisis
¿Qué puede hacer la oposición para reagruparse, para no hundirse más en estas arenas movedizas? ¿Cuáles son mis propuestas para que los opositores por fin le demos un parao al gobierno de Maduro? Seguramente ustedes me van a plantear esas incógnitas como conchitas de mango con el objeto de constatar si yo soy parte del problema o de la solución. Para su desgracia, no estoy aquí para decirles lo que deben hacer sino lo que NO deben hacer: entablar lazos con cierta derecha internacional, defecar en las jaulas institucionales en la que están parados, enviar spam a los ciudadanos, confiar ingenuamente en las gestiones de la CEV, hablar con mojigatería sobre lo falso que es la economía del Socialismo del siglo XXI por temor a ser tildados de neoliberales, aplaudir las políticas gubernamentales (o abuchearlas) sin saber en qué consisten, aliarse con extremistas, juzgar a otros opositores con falacias y mentiras, endulzar las dictaduras, creer que la MUD o sus compañeros como los de AD nos salvarán y transformar las concentraciones de protesta en bacanales de miche, minitecas y fotos sexys con jeta e’ pato.
La oposición, por tanto, tiene mucha tela que cortar; tiene once defectos gigantescos que deben corregirse lo más pronto posible si quiere impedir que los quince años de “revolución bolivariana” pasen a ser los más de cincuenta de la cubana. De no hacerlo, ésta seguirá siendo el hazmerreír del chavismo debido a su incapacidad de hacerse valer mediante el respeto a la inteligencia del venezolano, por lo que la salida electoral aún no va a sonreírle, salvo que una paliza en las parlamentarias astille el gerrymandering y nos dé una mayoría de diputados en la AN, lo cual podría poner a Maduro en tres y dos.
No obstante, en la política tienen que estar los civiles, mas no exclusivamente en las urnas. He de suponer que si ellos no quieren una guerra fratricida, ni guarimbas, ni un desembarco de yanquis en nuestras costas ni tiranías salvapatrias, quizás querrán entonces aplicar la no-violencia, pero no se trata en realidad de cumplir con el artículo 350 de la Constitución porque eso es insuficiente. La desobediencia debe ser masiva, en todos los ámbitos. Por ejemplo, en la primera entrega de Venezuela Bananera en Marcha, cuando les narré sobre la suspensión de clases en la ULA por un día festivo, lo más sensato que pudo haber hecho el rector Mario Bonucci fue emitir un comunicado en el que la universidad se negaba rotundamente a acatar el decreto expedido por la gobernación de Mérida para celebrar una efeméride que no tiene justificación. En vez de eso, Bonucci cedió e hizo que la ULA le diera su anuencia a los disparates de la tolda roja.
Por lo demás, hay en Internet manuales de protestas pacíficas que les serían de mucha utilidad si las emplearan más a menudo. Las vías alternas a los objetos contundentes son numerosas y deben estudiarse bien antes de ponerse en práctica. No recuerdo que ninguna de ellas dijera algo sobre huelgas de hambre, cuerpos encadenados como Prometeo, labios cosidos o paros (petroleros), pero sí que para acabar con el despotismo hay que hacer con éstas algo que, parafraseando a Karl Marx, diría a modo de máxima “opositores de Venezuela, uníos”.
Coda
En vista que soy un hombre de letras y no de balas, considero que hago bastante con decirle a la oposición venezolana por qué se ha caído tantas veces de platanazo en sus intentos de lograr un cambio de gobierno, por lo que no preciso ser invitado a sus mítines, a sus marchas o a sus guarimbas, porque allá no iré. Ustedes saben muy bien que Venezuela está en la unidad de cuidados intensivos y que hace falta algo más que la voluntad de una persona para que el país no sea trasladado a la morgue. El ejercicio del derecho al sufragio no basta.
Como no soy un iluso creyente en milagros, mi decisión de pirarme de Venezuela es irrevocable, pues mientras la oposición permanezca de esta manera, y hasta que ésta subsane sus fallos ―si es que algún día lo hace―, tanto la MUD como sus compañeros en el “arte” de la politiquería se quedarán con los crespos hechos. No tienen autoridad para decirme que no me vaya del país, que trabaje por él, que Maduro caerá solito, que debemos concienciar a los chavistas y a la clase media. No tienen un argumento de más valor que el de una devaluada moneda de un bolívar para persuadirme de participar en su causa.
Pero tenemos patria, dirán los que viajaron a la Galaxia M31 sin cupos CADIVI.
Desde mi ignorancia sobre Venezuela, me ha parecido un articulo interesante, aunque a veces excedido en calificativos.
Dado que los partidos políticos están agotados en sus estructuras y estrategias y no tienen un perfil ideológico realmente definido para enfrentar el paternalismo corruptor que gobierna el país; se requiere algo mas allá de los mismos.
Cuando el chavismo tomo el poder, lo hizo a sabiendas de que el modelo electoral de acceso al gobierno estaba agotado. Y terminó por darle el tiro de gracia con las reformas constitucionales que prolongaron su estadía. Por tanto, hay que dirigirse a la ciudadanía y no a la mediocre oposición electoral. Esta última en su desesperación ha llevado a vuestras tierras a lo más cateto de la política española, que, en conjunto con los precursores del golpismo, poco favor hacen para que regrese la democracia.
Es la ciudadanía la que debe de recuperar la democracia, cerrando el paso a los golpistas y caciques, cuyo interés es entregar la riqueza petrolera al extranjero y prolongar la pobreza.
Y para ello se necesita una pedagogía de la democracia. Deslindar al ciudadano de vender su poder por migajas de pan. De enseñarles dignidad. De enseñarles a desterrar a dictadores de derecha y de izquierda. Una movilización nacional sin caudillos ni partidos, que permita liberar al país.
Y creo, que como intelectual, ya sea dentro o fuera de tu país, puedes insuflar dicha pedagogía en tus compatriotas.
Hola, javierreta, gracias por comentar. Los calificativos son parte de mi estilo al escribir esta sección, que como ves es más criolla que la arepa. Vamos con lo que Ud. ha comentado.
El chavismo, como Ud. ha dicho, llegó al poder tras la erosión del puntofijismo, en un mesianismo que acabó con el país. La oposición quiso sacarla del poder con un golpe, pero no pudo por sus propias estupideces. Es increíble, por cierto, que el gobierno sea tan hipócrita de celebrar cada 4 de febrero la intentona de Chávez cuyo objetivo fue tener la presidencia con la violencia, pero si esa intentona la hubiera hecho un partido distinto al suyo habría sido condenada con todo el peso de la ley. Tal parece que en la lógica de los rojos el golpismo es bueno, pero sólo si lo hacen ellos.
La recuperación de la democracia tiene que venir desde una ciudadanía que posea liderazgo, que saque a la cancha a nuevos líderes que se tomen la política en serio, no como Gaby Arellano. La razón para desechar la MUD no debe ser por «miedo» a que se entreguen nuestras riquezas petroleras sino porque no ha sabido hacer su trabajo. La pobreza o la riqueza, en realidad, no tienen que ver estrictamente con que hayan transnacionales explotando el «oro negro» sino en cómo se invierten los recursos obtenidos con el comercio de sus derivados. Esto es fácil de demostrar porque durante el puntofijismo el dinero que entraba por el petróleo era malversado; cuando llega el chavismo, también. La única diferencia entre el primero y el segundo es que el segundo prácticamente ha monopolizado el mercado petrolero en el país… y a que PDVSA es ahora una empresa del Estado.
Para mayor información, lea la segunda entrega de Venezuela Bananera en Marcha.
[Nota: a modo de curiosidad, Carlos Andrés Pérez fue, si mi memoria no me falla, el pionero en la nacionalización del petróleo en Venezuela. Su gobierno fue uno de los más corruptos que hubo aquí y fue el que inspiró las tácticas populistas y demagógicas que tiene el chavismo.]
En suma, voy a puntualizar que un movimiento masivo civil contra el gobierno puede proceder sin caudillos (es más, DEBE proceder SIN caudillos, ya basta de dictaduras militares) y disolviendo las diferencias entre derecha e izquierda, pero no los partidos de derecha e izquierda en cuanto haya habido el cambio de gobierno. La disolución de los partidos para revolucionar un país es una excusa que han usado fascistas y comunistas para implantar el totalitarismo en sus naciones, destruyendo con ello la libertad de pensamiento y de expresión sin los cuales no puede existir la democracia.
Si dejaran de haber partidos en un país, el único que haría acto de presencia es el partido del gobierno. Eso es lo que ha pasado con Guzmán Blanco, Gómez y Pérez Jiménez, y es lo que Chávez quería que pasara en Venezuela (él, después de todo, siempre estuvo fascinado por Stalin, Lenin y Mao Zedong). Una pedagogía de la democracia debe tener claro que no se puede enseñar a la gente a amar las dictaduras; debe desmitificarlas por sensuales que parezcan. Lo que hago con esta parete del blog que Ud. está leyendo es un granito de arena que pongo para que la gente coja dato y no se deje llevar por cuentos de camino.
Saludos.
Me quedo con «Una pedagogía de la democracia debe tener claro que no se puede enseñar a la gente a amar las dictaduras; debe desmitificarlas por sensuales que parezcan». La trampa en la que cae mucha gente autodenominada de «izquierda» es el de colaborar con dictaduras o para-dictaduras a partir de su carácter clientelar, su paternalismo y su lenguaje antinorteamericano. Es el caso de Iglesias y la dirección de Podemos en España o de Lopez Obrador y Morena en México.
El chavismo, como el priismo mexicano no son democráticos, por mucho que convoquen a elecciones. Pero la oposición electoral, desafortunadamente, se nutre del mismo sistema corruptor y llega el momento que se vuelve funcional a él. Por eso afirmo, que sin renunciar a la opción electoral, la nueva oposición debe partir de organizaciones no partidistas que construyan una nueva opción política que derive en partido, si, pero que antes denuncie y combata el sistema electoral actual. Ese sistema que permite reelecciones y asimetrías en los participantes y los mecanismos de acceso al poder, que corrompe a los electores y compra votos por medio del hambre y el miedo.
Por otra parte, excelente trabajo el que realizas en tu blog, desde ya, en mis favoritos.
Desde luego, esa es la idea: la de remodelar el pensamiento democrático para que las vías del Estado de Derecho no se usen para vulnerarlo. La demagogia hace daño, especialmente aquel que se centra en la xenofobia, como sucede mucho en América Latina. Parece mentira, pero la izquierda de acá usa como herramienta los libros de Eduardo Galeano sabiendo que no es una investigación rigurosa; no en vano uno de ellos es considerado como una «Biblia» para los que fuimos colonizados por España. Creo conveniente hacer las paces con ese país de una vez por todas.
Como has visto, y como tú mismo señalas, la oposición debe cuidarse de no seguir pisando en falso. Los errores políticos se pagan.
Gracias por los halagos al blog, iré publicando con más frecuencia en la medida que tenga material nuevo. Disculpas por no responder tu comentario con la prontitud a la que estoy habituado.
Saludos.