Los demonios lingüísticos de la corrección política

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A diferencia de los números, el idioma es una paradoja porque es el elemento de la comunicación que más se presta para las confusiones y los malentendidos, lo cual en vez de limar las asperezas tiende a darles un mayor acento, a bloquear nuestro entendimiento de cuanto nos rodea. Aún con sus mejores intenciones, la corrección política supone una contrariedad que en esta situación se ofrece como una solución para efectos de la iluminación de las zonas oscuras de la lengua, de esas zonas recónditas de la realidad que preferimos tachar, ignorar o cubrir con hojas de parra con el pretexto barato de hacernos más refinados, de no ofender a los demás, de no quebrar las normas de urbanidad o de no romper el tabú sobre algunos temas delicados que pueden herir susceptibilidades. Sigue leyendo